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viernes, 31 de julio de 2009

Rafael Barrett


Rafael Barrett, de nombre completo Rafael Angel Jorge Julián Barrett y Álvarez de Toledo, (*Torrelavega, España, 7 de enero de 1876 - †Arcachón, Francia, 17 de diciembre de 1910) fue un escritor español -narrador, ensayista y periodista- que desarrolló la mayor parte de su producción literaria en Paraguay, resultando una figura destacada de la literatura paraguaya durante el siglo XX. Es particularmente conocido por sus cuentos y sus ensayos de hondo contenido filosófico, exponente de un vitalismo que anticipa de cierta forma el existencialismo. Conocidos son también sus alegatos filosófico-políticos a favor del anarquismo.

Barrett nació en Torrelavega en el año 1876, con el nombre de Rafael Ángel Jorge Julián Barrett y Álvarez de Toledo, en el seno de una adinerada familia hispano-inglesa, son sus padres George Barrett Clarke, natural de Coventry (Inglaterra) y María del Carmen Álvarez de Toledo y Toraño, natural de Villafranca del Bierzo, provincia de León. Con veinte años se trasladó a estudiar ingeniería a Madrid, donde trabó amistad con Valle-Inclán, Ramiro de Maeztu y otros miembros de la generación del 98. En Madrid vivió como un señorito calavera, duelista y pendenciero, que se pasaba insistentemente de casino en casino y de mujer en mujer, alternando visitas a importante salones literarios de París y Madrid.
Sus constantes arrebatos le llevaron a enfrentar un altercado en 1902 con un alto miembro de la nobleza, el duque de Arión, a quien agredió en plena sesión de gala del Circo de París. El duque de Arión era presidente del Tribunal de Honor que lo ha inhabilitado para batirse en duelo contra el abogado José María Azopardo, este último lo había calumniado. Todo esto provoca un escándalo, a sus 26 años y en el breve lapso de apenas seis meses.
Dicha situación le llevó, en 1903, con su honra y su peculio seriamente mermados, a viajar primero a Argentina - donde comenzó a escribir para distintos periódicos -, luego a Paraguay, el país en el que se asentó finalmente a los 29 años. En el año 1904 en el mes de octubre llega a Villeta (Paraguay) como corresponsal del diario argentino El Tiempo para informar sobre la revolución liberal, que en aquel país se estaba produciendo, enseguida conecta con los jóvenes intelectuales que en su mayoría se habían sumado a la revolución. En Paraguay formó una familia y es donde, según sus propias palabras, se volvió "bueno". Años después llega a Brasil, producto del exilio forzado, y a Uruguay.

En diciembre Barrett se instala en Asunción donde ha llegado junto con las huestes revolucionarias. Trabaja en la Oficina de Estadística. En 1905 contrae matrimonio con Francisca López Maíz, participa en la creación del grupo y tertulia literaria "La Colmena", y manifiesta los primeros síntomas de la tuberculosis.
En 1906 a raíz de una polémica periodística originada por la presencia de Ricardo Fuente en Buenos Aires, se concierta un duelo entre Barrett y Juan de Urquía (Capitan Verdades). Pero Juan de Urquía elude batirse con Barrett alegando su descalificación en Madrid. Días después Barrett apalea públicamente a un Sr. Pomés al confundirle con Juan de Urquía en un céntrico hotel de Buenos Aires.
En 1907, nace en Areguá su único hijo, Alejandro Rafael. En julio de 1908, da un golpe militar del mayor Albino Jara. Barrett organiza la atención a los heridos por las calles de Asunción. El 3 de octubre del mismo año, Barrett es apresado como consecuencia de las denuncias sobre abusos y torturas que publica en "Germinal" (un periódico anarquista de su autoría) y el día 13 de octubre, gracias a las gestiones del cónsul inglés, Barrett es liberado. Se le destierra a Corumbá en el Matto Grosso brasileño.
En febrero de 1909 la situación política ha mejorado sensiblemente en Paraguay. Aunque el Estado de sitio no será levantado hasta marzo, Barrett recibe garantías y se instala en San Bernardino, cerca de Asunción. Los diarios paraguayos vuelven a abrirle sus páginas. En septiembre embarca en Asunción con destino a Francia. Ha mantenido correspondencia con el doctor Quinton y ha decidido seguir su tratamiento contra la tuberculosis.

Su paso por Argentina, Uruguay, y en particular Paraguay, lo definieron como literato mientras efectuaba en paralelo sus trabajos periodísticos. Arruinado como estaba, en ningún momento dudó en abrazar la causa de los más débiles blandiendo su afilada pluma contra la injusticia social. En cierto modo su descenso a los infiernos de la miseria le permitió liberarse de una vida falsa y entregarse a la más noble y digna tarea de vivir para los otros.
La incidencia de las que por entonces eran miserables condiciones de vida en gran parte de Sudamérica repercutieron fuertemente en sus escritos, que iban volcándose insistentemente hacia el periodismo de denuncia. Su viraje hacia una posición inequívocamente anarquista no sólo le acarreó problemas con las clases pudientes y con el gobierno de Paraguay (donde fue encarcelado en varias ocasiones), muchos intelectuales paraguayos también le dieron la espalda.

La obra de Rafael Barrett es en general poco conocida. Corta y asistemática como su propia vida, se publicó casi íntegramente en periódicos de Paraguay, Uruguay y Argentina. Y sin embargo, su pensamiento ha ejercido en Latinoamérica, y especialmente en el ámbito del Río de la Plata, una notable influencia. Si bien es cierto que se trata de una influencia un tanto subterránea, fue lo suficientemente fuerte como para que Ramiro de Maeztu le considerara "una figura en la historia de América".
Algunas de sus ideas literarias centrales se enmarcan y definen en el estilo regeneracionista. Resulta evidente, en estos breves ejemplos, la coincidencia de Barrett con el tono característico de la oleada "regeneracionista" que inundó el pensamiento español a raíz del "desastre" del 98 y que tuvo sus principales exponentes en Costa, Picavea, Isern, etc., y su punto álgido en la prensa con el famoso artículo "Sin pulso" publicado en "El tiempo", órgano de la oposición conservadora, el 16 de agosto de 1898. Las constantes metáforas médicas, la percepción de España como un país gravemente enfermo, la convicción de que la derrota militar era sólo un síntoma de males mayores y más profundos, la extrañeza ante la falta de reacción de un pueblo que ha sido víctima inútil de una derrota lamentable, el diagnóstico de un progresivo hundimiento del país y la necesidad de su "salvación" (resbaladizo término en política),
"El dolor paraguayo" de Barrett "vemos reflejado el profundo amor que sentía hacia el pueblo paraguayo; ese amor, esa preocupación por la gente del pueblo, es una constante plenamente "noventayochista"
Los escritos de Barrett son de una calidad intrínseca notable. En opinión de José María Fernández Vázquez, si hubiera tenido más tiempo para desarrollar su obra, "estilo literario y vigor ideológico hubieran creado uno de los corpus textuales más interesantes del continente americano" (Fernández Vázquez 100).
En el nuevo continente, y más específicamente en el Paraguay, fue donde se hizo escritor, conoció el verdadero amor y la paternidad, sin embargo, alcanzadas esas cimas, enfermó gravemente. La circunstancia histórica que vivía el Paraguay no era la más propicia para recibir positivamente ni sus ideas radicalmente críticas, ni su pensamiento cuestionador e inquietante.
Con la publicación de la serie de artículos Lo que son los yerbales paraguayos, en los que revela la explotación esclavista de los mensús por las empresas yerbateras, Barrett se enfrenta ya a poderosos intereses económicos y políticos. Se le comienzan a cerrar las páginas de los diarios en los que publicaba y comienza también a sentir el progresivo rechazo de la intelectualidad local, lo que le conduce a un penoso aislamiento, al no encontrar un núcleo suficientemente amplio de población ajena a eso grupos que pudiera suplir el rechazo de sus interlocutores naturales. Como amargamente confiesa, "la costumbre de pensar a todas horas tiene algo de vicio bochornoso ante el común de las gentes, y me ha convertido en un ser inútil, a veces nocivo, odiado, despreciado"
Por sus ideas políticas anarquistas y su denuncia de la injusticia social es apresado y desterrado primero al Mato Grosso brasileño y finalmente a Montevideo. En Uruguay conecta enseguida con las vanguardias intelectuales uruguayas. Pero la tuberculosis le aprisiona y regresa al Paraguay en cuanto los caudillos de turno se lo permiten, y los periódicos locales le abren de nuevo sus puertas.
Aquejado de tuberculosis, viajó a Francia en 1910 para intentar un nuevo tratamiento. Embarca en Asunción y llega a Montenvideo donde es objeto de un jubiloso y cariñoso recibimiento, parte finalmente a Europa. El 17 de diciembre del año 1910 muere a las cuatro de la tarde en el Hotel Regina Forêt en Arcachón, asistido por su tía Susana Barrett. Murió a los 34 años alejado de su familia y de la que él consideró su única patria, Paraguay, y sin haber podido disfrutar de un mínimo reconocimiento en el país del que tuvo que escapar: España.
Durante su vida sólo vio publicado un libro, "Moralidades actuales", que cosechó un gran éxito en Uruguay, cuya intelectualidad siempre conectó con Barrett. La estela luminosa de Rafael Barrett reaparece brevemente en el firmamento madrileño de 1919 cuando la Editorial América de Rufino Blanco Fombona edita algunas de sus obras. La publicación de esos libros hace desempolvar viejos recuerdos de quienes lo conocieron en su juventud madrileña.

Tres de los más grandes escritores del Cono Sur americano han expresado, con encendidos elogios, su profunda admiración por la obra de Barrett y la influencia de él recibida.
En Paraguay, Augusto Roa Bastos ha dicho:
Barrett nos enseñó a escribir a los escritores paraguayos de hoy; nos introdujo vertiginosamente en la luz rasante y al mismo tiempo nebulosa, casi fantasmagórica, de la "realidad que delira" de sus mitos y contramitos históricos, sociales y culturales.
En Argentina, Jorge Luis Borges decía en una carta de 1917 a su amigo Roberto Godel:
Ya que tratamos temas literarios te pregunto si no conoces un gran escritor argentino, Rafael Barrett, espíritu libre y audaz. Con lágrimas en los ojos y de rodillas te ruego que cuando tengas un nacional o dos que gastar, vayas derecho a lo de Mendesky -o a cualquier librería- y le pidas al dependiente que te salga al encuentro un ejemplar de "Mirando la vida" de este autor. Creo que ha sido publicado en Montevideo este libro. Es un libro genial cuya lectura me ha consolado de las ñoñerías de Giusti, Soiza O'Reilly y de mi primo Alvarito Melián Lafinur.
En Uruguay, José Enrique Rodó, que coincidió con Barrett en Montevideo y quedó deslumbrado por sus artículos en la prensa, escribía:
[...] hace tiempo que, apenas tropiezo con persona a quien se pueda pedir ese género de albricias, le pregunto, venga o no venga a cuento -¿Lee usted La Razón? Se ha fijado en unos artículos firmados por R. B.?.
Francisco Pérez-Maricevich dice respecto a Rafael Barrett que su importancia en el proceso cultural del Paraguay acabó siendo singular "y nadie abriga hoy la más mínima duda respecto de su notable precedencia en muchas de las actitudes que definen en el presente la función del intelectual". Pérez-Maricevich expone de resalto que existen tres puntos esenciales que marcan la diferencia entre Barrett y otros maestros de la literatura. Primero, la tenacidad de su postura crítica del presente que le tocó vivir; segundo, su visión estrictamente moral de la condición humana y su exaltación de los valores sociales superiores que conducen a la perfección del hombre; y tercero, la profundidad de sus principios y la solidez teorética de sus conceptos.
El texto de Barrett, además del singular compromiso con su tiempo y su circunstancia, contiene una belleza y un valor estético excepcionales. En Paraguay prima la convención de que desde Barrett parte la concepción del realismo crítico en la visión de la materia narrativa, y sus cuentos breves revelan gran parte de su notable don estético para la construcción del relato. La ironía y la paradoja, recursos esencialmente intelectuales, no son dejados de lado por el autor, que a través de su obra, con destreza, sensibilidad y belleza, dan exuberancia a su obra.

El pensamiento social y político de Rafael Barrett experimenta, a lo largo de los escasos siete años en que se expresa, una clara transformación que va desde un individualismo en el que confluyen rasgos vitalistas de tipo nietzcehano, hasta un anarquismo solidario plenamente asumido.
El punto de inflexión en esa evolución se produce entre finales de 1906 y principios de 1907. A partir de esas fechas, su preocupación por los temas sociales va siendo cada vez mayor y cada vez más radical su posición crítica. Posiblemente fue el tiempo necesario para asimilar la dura realidad americana (el "dolor paraguayo") en cuyo contacto Barrett sale espiritualmente enriquecido. La exuberante y conflictiva vitalidad americana llenó, sin duda y con creces, el hueco que en él pudieron haber dejado los ambientes intelectuales europeos.
Es a partir de 1908 cuando Barrett comienza a autodefinirse como anarquista, al respecto es célebre su panfleto Mi anarquismo.

Me basta el sentido etimológico: "ausencia de gobierno". Hay que destruir el
espíritu de autoridad y el prestigio de las leyes. Eso es todo. Será la obra del libre examen. Los ignorantes se figuran que anarquía es desorden y que sin gobierno la sociedad se convertirá siempre en el caos. No conciben otro orden que el orden exteriormente impuesto por el terror de las armas. El anarquismo, tal como lo entiendo, se reduce al libre examen político. [...] ¿Qué hacer? Educarnos y educar. Todo se resume en el libre examen. ¡Que nuestros niños examinen la ley y la desprecien!

Fermín Salvochea

Fermín Salvochea y Álvarez (Cádiz, 1 de marzo de 1842 - 27 de septiembre de 1907) llegó a ser alcalde de Cádiz y presidente de su cantón. Fue uno de los principales propagadores del pensamiento anarquista en esa zona en el siglo XIX. Siendo un destacado federalista, en 1871 se afilia en la I Internacional Obrera. En 1873, durante la época del cantonalismo, fue elegido presidente del comité administrativo del Cantón de Cádiz.
Su formación idelógica estaba influenciada por Bradlaugh, Owen, Paine, cuyas obras conoce durante su estancia en Inglaterra, y Kropotkin, a quien leería más tarde. En España mantuvo contactos con los pensadores anarquistas y miembros de la "Alianza" de Bakunin, como Anselmo Lorenzo y Francisco Mora.

Nació en la Plaza de las viudas, de una familia de origen navarro. Su abuelo paterno se había establecido en Cádiz procedente de Navarra, para dedicarse al comercio. Su madre, Pilar Álvarez, era prima de Juan Álvarez Mendizábal.
A los 15 años su padre, siguiendo las tradiciones de la burguesía mercantil gaditana a la que pertenecían, le envía a Inglaterra para que se familiarice con las técnicas comerciales, permaneciendo Fermín en Londres y Liverpool cinco años. Pero al parecer se dedicó más a estudiar los problemas sociales de la época que los mercantiles. Leyó las obras de Owen, Paine y Berdlow. Regresa a Cádiz con 21 años, con ansias de reformar la sociedad, influido por las doctrinas del socialismo utópico. Se hace conocer por su tolerancia y generosidad.
Después de La Gloriosa, es nombrado jefe de uno de los Batallones de los Voluntarios de la Libertad de Cádiz. Participa activamente en los sucesos del 68, por lo que es encarcelado. Puesto en libertad el 69, organiza partidas armadas contra el gobierno en la Sierra de Cádiz, siendo derrotadas por las tropas gubernamentales, por lo que se refugia en Gibraltar. En 1871, gracias a la amnistía promulgada por Amadeo de Saboya, regresa a Cádiz. Se cree que es en esta época cuando se afilia a la Internacional, aunque sigue apoyando las ideas republicano-federales.
Líder indiscutible del Cantón de Cádiz, al finalizar el episodio del cantón, es apresado por las tropas del general Pavía, juzgado en Sevilla y condenado a cadena perpetua, permaneciendo varios años detenido en La Gomera y en Ceuta. Renuncia al indulto que le ha conseguido el ayuntamiento gaditano en 1883, escapándose a Marruecos. Desencantado de la vía política y del parlamentarismo, será durante sus años en presidio y en el exilio (tras su fuga, que le llevará a Francia), cuando se haga firmemente anarquista, de la tendencia anarcomunista.
Al fallecer Alfonso XII es nuevamente amnistiado, y vuelve a Cádiz, donde funda el periódico El Socialismo, en el que publica, entre otros, artículos del conocido anarcocomunista Kropotkin, introduciendo de esta manera el pensamiento anarcocomunista en los ambientes ácratas españoles, todavía apegados en su mayoría al anarcocolectivismo y fomentando el debate interno. Organiza el primer 1º de Mayo en Cádiz en 1890, motivo por el que es detenido preventivamente al año siguiente. Estando en la cárcel tiene lugar el Motín Agrario de Jerez de la Frontera de 1892 en el que es implicado por falsos testimonios y por el que es condenado a 12 años de prisión. Una nueva amnistía le permite salir de la cárcel en 1899, y arriba de nuevo a Cádiz (donde conoce a Pedro Vallina), de donde pronto partirá hacia Madrid. Allí colaborará con la Revista Blanca de los libertarios Joan Montseny y Soledad Gustavo y, en general participará en las actividades anarquistas de la capital. Estará presente y apoyará la huelga general de 1902.
Renuncia a su herencia y a las posesiones familiares que entrega a los más necesitados. Decidiendo llevar una vida lejos de todo lujo material, cercana a la indigencia.
De vuelta a Cádiz, fallece el 28 de septiembre de 1907, tras caer de la tabla que le hacía las veces de cama. Su entierro fue una gran manifestación de duelo popular. Durante el entierro, empezó a llover a cántaros cuando la comitiva pasaba al lado del ayuntamiento. El alcalde ordenó que entrasen en el ayuntamiento diciendo Esta es su casa. Que no salga de ella hasta que no acabe la lluvia.

Blasco Ibáñez creó un trasunto de Salvochea en su novela "La Bodega", llamado Fernando Salvatierra. Durante la II República, mientras en Cádiz se discutía la erección de un monumento en su honor, un pueblo de la provincia de Huelva cambió su nombre por el del anarquista gaditano. Ya en la Guerra Civil, una de las columnas cenetistas que defendió el frente de Aragón ante las tropas sublevadas, se denominó con su nombre. El ayuntamiento democrático de los años 80, en Cádiz, le dedicó calle y busto. Su figura sale de manera recurrente y, desde una perspectiva localista, en los Carnavales de la ciudad. Una fracción de la hinchada del Cádiz C.F. se denomina a sí misma, "Columna Salvochea". En la actualidad, el Ateneo Libertario de la ciudad, un instituto de Enseñaza Secundaria y una asociación de vecinos llevan su nombre. Todavía hay en Cádiz, quien deposita flores en su tumba.
Tras su muerte, fue conocido popularmente, en antítesis con el catolicismo dominante, como: "El Santo de la Anarquía".

Bibliografía:
*Rudolf Rocker. Fermín Salvochea.
*Josep Termes (1977). Anarquismo y Sindicalismo en España. ed. Crítica.
*Pedro Parrilla Ortiz (1983). El Cantonalismo Gaditano. Ediciones de la Caja de Ahorros de Cádiz. *Pedro Vallina (1954). Crónica de un revolucionario. Con trazos de la vida de Fermín Salvochea.. SOV CNT-AIT Cádiz, 2007.
*Fernando de Puelles (1984). Fermín Salvochea, república y anarquismo. Sevilla.
*AAVV (1987). Fermín Salvochea. Un anarquista entre la leyenda y la Historia.. Cádiz, 2009. ..
*Íñiguez, Miguel: "Enciclopedia histórica del anarquismo español". Asociación Isaac Puente, Vitoria, 2008.

Pietro Gori

Pietro Gori (Messina, 14 de agosto de 1865Portoferraio, 8 de enero de 1911) fue un abogado, escritor y anarquista italiano. Además de por su actividad política, se le recuerda como el autor de alguna de las canciones anarquistas más famosas del final del siglo XIX: "Addio a Lugano", "Stornelli d'esilio", "Ballata per Sante Caserio".
De padres toscanos, en 1878 la familia se traslada a Livorno. Donde, jovencísimo, se une a una asociación monárquica, de la que fue expulsado por conducta indigna. Pasa entonces a colaborar con ”La Riforma”, un periódico moderado.

En 1886 se inscribe en la Universidad de Pisa y muy pronto toma contacto con el movimiento anarquista pisano, del que pronto será una de las figuras más influyentes. En 1887 fue arrestado por un artículo escrito en memoria de los Mártires de Chicago y por haber denunciado la presencia de barcos estadounidenses en el puerto de Livorno.
Al año siguiente, como secretario de la asociación de estudiantes, organiza la conmemoración del filósofo Giordano Bruno. En 1889, se gradua en Derecho con la tesis: ”La Miseria e il Delitto”. En noviembre del mismo año publicó, bajo el seudónimo Rigo (anagrama de su apellido) un primer opúsculo “Pensieri ribelli” (pensamientos rebeldes), que contiene los textos de sus primeras conferencias. La publicación le valió la detención por “instigación al odio de clase”, acusación de la que sale absuelto gracias a que un nutrido número de abogados -compañeros de universidad y profesores- asumió su defensa.
El 13 de mayo del año siguiente, vuelve a ser arrestado nuevamente por ser considerado organizador de la manifestación del primero de mayo en Livorno. Esta vez fue condenado a un año de prisión (que se redujo tras la apelación), permaneciendo encarcelado, primero en Livorno, después en Lucca, hasta el 10 de noviembre.

Se trasladó a Milán, donde ejerció como abogado con Filippo Turati. En enero de 1891, apoya las tesis de Errico Malatesta en la Conferencia de Capolago, en la que se decide la fundación del Partido Socialista Anárquico Revolucionario (Partito Socialista Anarchico Rivoluzionario). En el mismo año, participa en el congreso del Partido Obrero Italiano (Partito Operaio Italiano), celebrado en Milán, y traduce para la biblioteca popular socialista, el Manifiesto del Partido Comunista de Karl Marx y Friedrich Engels. A finales de año, inicia la publicación ”L'amico del popolo”, un periódico que se autodefinía como “socialista anárquico”, 27 números, todos secuestrados, que le valieron otras detenciones y procesos.
El 4 de abril de 1892, en una conferencia sobre “Socialismo legalista y socialismo anárquico” celebrada en Milán, explica las posturas anarquistas fuertemente criticadas por el socialismo reformista que él considera autoritario y parlamentarista. No asombra pues que el 14 de agosto del mismo año, en el congreso nacional de las organizaciones obreras y socialistas celebrado en Génova, Gori despunte como el mayor opositor de la mayoría reformista que decide crear el Partido de los Trabajadores Italianos, que después pasó a ser el Partido Socialista Italiano.
Bien conocido por la policía, en la proximidad del Primero de mayo, fue sistemáticamente arrestado de forma preventiva. En una de estas detenciones, escribe desde la cárcel de San Vittore, el texto de una de sus canciones más famosas: “Himno del Primero de Mayo”. Su primera obra poética -"Alla conquista dell’Avvenire" y "Prigioni e Battaglie"- publicadas en los meses sucesivos se agotaron rápidamente pese a que la tirada fue de 9000 copias.
Su actividad como abogado en defensa de los compañeros y como conferenciante continuó sin pausa. En este periodo participó también, en agosto de 1893, en el Congreso socialista de Zurigo, del cual fue expulsado, y fundó la revista “La Lotta Sociale”, que tuvo breve vida a causa de las continuas intervenciones de la autoridad.

Tras la aprobación del gobierno de Francesco Crispi de tres leyes antianarquistas (julio de 1894), Gori, que había mantenido correspondencia con Geronimo Caserio al que había defendido en un proceso en Milán, fue acusado por la prensa burguesa de ser el instigador del asesinato del presidente francés Sadi Carnot y, para evitar una condena de 5 años de cárcel, tuvo que huir a Lugano (Suiza). En enero de 1895, fue arrestado junto a otros 17 políticos italianos y, tras dos semanas de cárcel, son expulsados de Suiza. En esa ocasión compuso la letra de la que será la canción anarquista más famosa: "Addio a Lugano".
Llega a Londres, donde coincide con los principales exponentes del anarquismo mundial. Tras su breve periodo inglés, viaja a Nueva York donde comienza una amplia gira de conferencias (más de 400 en un año) por Canadá y Estados Unidos. En este tiempo, colaboró en la revista “La Questione Sociale”.
En el verano de 1896, vuelve a Londres para participar en el 4º Congreso de la Segunda Internacional, como delegado de la unión de trabajadores estadounidenses. En la ciudad inglesa, cae gravemente enfermo y es ingresado en el National Hospital.
Gracias al interés de algunos parlamentarios, el gobierno le concede poder volver a Italia, aunque en un principio le obligó residir en la Isla de Elba. Ya de vuelta, retoma los contactos con el movimiento anarquista y a la actividad como abogado en defensa de sus coidearios y a la colaboración en periódicos anarquistas como la “Agitazione” de Ancona.

En 1898, el aumento del precio del pan, provocó protestas en toda Italia, ante las cuales, el gobierno respondió con mano dura. El 7 de mayo en Milán, el general Bava Beccaris, ordenó al ejército que disparara sobre la masa, asesinando de 80 a 300 personas (el número varía según la fuente). La represión sobre los partidos de izquierda y los sindicatos también fue muy dura. Gori, hubo de exiliarse de nuevo para evitar una condena de 12 años de cárcel.
Desde Marsella embarcó hacia Argentina, donde se dio a conocer, no sólo por su actividad política, si no también, por su actividad científica. De hecho, además de ser el promotor de sindicatos, impartió cursos de criminología en la Universidad de Buenos Aires y fundó la revista “Criminología moderna”. Allí fue maestro del argentino José Ingenieros e influenció en su viraje al anarquismo.

Gracias a una administía por problemas familiares y de salud, en 1902, Gori vuelve a Italia y, al año siguiente, junto a Luigi Fabbri funda la revista “Il Pensiero”. Salvo un viaje a Egipto y Palestina en 1904, pasó el resto de su vida en Italia, ocupado en sus actividades habituales de activista político, escritor y de abogado defensor de coidearios detenidos.
Muere el 8 de enero de 1911, en Portoferraio, dejando una amplia producción literaria que va del ensayo político al teatro, de la criminología a la poesía.

Simón Radowitzky


Simón Radowitzky (n. Szymon Radowicki, Stepanice, Ucrania, 10 de septiembre o 10 de noviembre de 1891México, 29 de febrero de 1956) fue un militante obrero anarquista ucrano-argentino. Fue uno de los más célebres presos del penal de Ushuaia, donde fue condenado a reclusión perpetua por el atentado con bomba que mató al jefe de policía Ramón Lorenzo Falcón, responsable de la brutal represión de la Semana Roja de 1909 en Buenos Aires. Indultado tras 21 años, abandonó la Argentina y luchó en el bando republicano durante la Guerra Civil Española. Murió en México, donde trabajaba en una fabrica de juguetes, a los 65 años de edad.

Radowitzky procedía de una familia obrera de origen judío. Creció en la ciudad de Ekaterinoslav, donde la familia se había trasladado para posibilitar a los niños el acceso a la educación primaria. Abandonó los estudios a los 10 años para iniciar su aprendizaje como herrero; la hija de su maestro fue quien lo inició en el anarquismo. Cuatro años más tarde, ingresó como jornalero en una metalúrgica; en una manifestación reclamando una reducción en la jornada laboral, fue herido por un sable cosaco, que lo confinó en cama durante seis meses. Tras la convalecencia, fue sentenciado a cuatro meses de prisión por repartir prensa obrerista.
Fue segundo secretario del soviet de la fábrica en la que trabajaba cuando los eventos de la revolución rusa de 1905. Tras la represión zarista, debió exiliarse para no ser condenado a prisión en Siberia. Irónicamente, en su destino elegido, Argentina, acabaría siendo condenado al penal de Tierra del Fuego.
Llegó a la Argentina en marzo de 1908; se afincó en Campana, donde trabajó de obrero mecánico en los talleres del Ferrocarril Central Argentino. Mantuvo estrechos contactos con la creciente comunidad anarquista local, leyendo La Protesta, el periódico de la Federación Obrera Regional Argentina; a través de la Federación, entró en contacto con un grupo de intelectuales anarcosindicalistas de origen ruso, entre los que se contaban Pablo Karaschin —autor de un atentado en ocasión del funeral de Carlos de Borbón— José Buwitz, Iván Mijin, Andrés Ragapeloff, Máximo Sagarín y Moisés Scutz. Se trasladó a Buenos Aires, donde residiría con algunos de estos mientras ejercía como herrero y mecánico.

El 1 de mayo de 1909, Radowitzky participó en una de las dos grandes manifestaciones
convocadas por las organizaciones sindicales. Por separado de la central sindicalista revolucionaria Unión General de Trabajadores (UGT), la FORA anarquista convocó a un acto en la Plaza Lorea, en el porteño barrio de Montserrat, entonces en obras de ejecución del proyecto de Carlos Thays para dar forma a la Plaza de los Dos Congresos, uno de los símbolos urbanísticos de la burguesía gobernante. Allí se reunían los anarquistas desde 1890 para conmemorar a los mártires de Chicago.
Por orden del coronel Ramón Lorenzo Falcón, que observaba la concentración, la policía reprimió con tropas de infantería y caballería la manifestación; una hora de combates arrojó tres muertos, que pronto serían ocho, entre los anarquistas, y más de cuarenta heridos. Falcón ordenó clausurar todos los locales de esa filiación, y detuvo a 16 líderes durante la semana siguiente, llamada Semana Roja por la dureza de la persecución; las comunicaciones de las fuerzas de seguridad afirmaban la existencia de un complot ruso-judáico, responsable de instigar al conflicto. El movimiento obrero respondió decretando una huelga general, a la que se sumó el Partido Socialista, exigiendo la renuncia de Falcón para detenerla. La columna de manifestantes que el 4 de mayo acompañó a los muertos sumó más de 80.000 personas, pero la presión policial y las divisiones internas detuvieron la huelga poco más tarde.
El 14 de noviembre, Radowitzky preparó un artefacto explosivo casero, y lo arrojó dentro del vehículo que conducía a Falcón, unánimemente considerado responsable de las muertes de los obreros. La explosión hirió de muerte al coronel y a su secretario privado, Alberto Lartigau; morirían el uno a las 2 de la tarde, y el otro al anochecer. Perseguido por las fuerzas de seguridad mientras huía, Radowitzky intentó suicidarse a pocas calles del lugar de la explosión, disparándose al pecho con un revólver que portaba. Al acercarse los policías, gritó "¡¡Viva el anarquismo!!", seguro de que sería ejecutado in situ. Sin embargo, fue transportado al hospital Fernández, donde se le diagnosticaron heridas leves en la zona pectoral derecha, y se lo trasladó inmediatamente a una comisaría. Al no portar identificación y negarse terminantemente a prestar información a sus captores, la inquietud llevó al presidente José Figueroa Alcorta a decretar el estado de sitio.
En el juicio, la imposibilidad de determinar la identidad del reo causó dificultades, hasta que la embajada argentina en París facilitó los antecedentes obtenidos en Ucrania. Sin embargo, la edad del mismo resultaba incierta; el fiscal ordenó pericias médicas que le daban entre 20 y 25 años. Sin dudas de su responsabilidad, pues el mismo Radowitzky había admitido ser autor único del atentado, se solicitó para él la pena de muerte:

Debo manifestar aquí que no obstante ser la primera vez que en el ejercicio de mi cargo se me presenta la oportunidad de solicitar para un delincuente la pena extrema, lo hago sin escrúpulos ni vacilaciones fuera del lugar, con la más firme conciencia del deber cumplido, porque entiendo que nada hay más contraproducente en el orden social y jurídico que las sens iblerías de una filantropía mal entendida (...)En las consideraciones de la defensa social debemos que en Radowitzky un elemento inadaptable cuya temibilidad está en razón directa con el delito perpetrado, y que sólo puede inspirar la más alta aversión por la ferocidad del cinismo demostrado, hasta el extremo de jactarse hoy mismo de ese crimen y de recordarlo con verdadera fruición.
Manuel Beltrán, alocución en el juicio
Sin embargo, el aporte de un facsímil de la partida de nacimiento de bautismo por un primo de Radowitzky cambió el curso del proceso. Aunque el documento carecía de las legalizaciones pertinentes para confirmar que éste tenía sólo 18 años, siendo por lo tanto menor de edad y no pasible de ejecución, inclinó a los jueces a conmutar la pena por la de reclusión perpetua en la Penitenciaría Nacional. Se le añadió, como castigo adicional, la reclusión solitaria a pan y agua durante veinte días cada año, en el aniversario del atentado.

El 6 de enero de 1911, dos presos anarquistas —Francisco Solano Regis y Salvador Planas Virella— que compartían lugar de reclusión con Radowitzky lograron huir de la Penitenciaría Nacional, en una operación que contó con ayuda exterior y con la connivencia de algunos de sus guardias. Radowitzky quedó detrás por haber sido llamado imprevistamente a la imprenta del presidio. Atemorizados por la perspectiva de que el joven reo, que concitaba simpatía entre el personal de la cárcel, contara con otra oportunidad semejante, se decretó su traslado al penal de Ushuaia, reservado generalmente para criminales de extrema peligrosidad. La costumbre de encerrar allí a anarquistas y otros presos políticos se haría más frecuente con los años.
En la prisión se le denegaron los pocos derechos concedidos a los restantes presidiarios; como única lectura se le permitía la Biblia, y fue sometido a malos tratos y torturas al liderar al resto de los reclusos en huelgas de hambre en protesta por las malas condiciones del penal. En 1918, las torturas alcanzaron su cenit con la violación de Radowitzky por parte del subdirector del penal, Gregorio Palacios, y tres guardiacárceles. La reacción no se hizo esperar; enterados los anarquistas del hecho, publicaron en Buenos Aires un panfleto, titulado El presidio de Ushuaia, de pluma de Marcial Belascoain Sayos que apareció en La Protesta. Su publicación causó conmoción, y el gobierno de Yrigoyen ordenó abrir sumario sobre las condiciones en Ushuaia; los tres guardiacárceles serían relevados de sus funciones.
El 7 de noviembre de ese mismo año, una audaz acción conjunta de los grupos anarquistas chilenos y argentinos logró la única evasión jamás lograda del penal de Ushuaia. Los argentinos Apolinario Barrera y Miguel Arcángel Rosigna y los chilenos Ramón Cifuentes y Ernesto Medina alquilaron una pequeña goleta de bandera dálmata en la ciudad chilena de Punta Arenas, y coordinaron con Radowitzky el procedimiento. Éste, que trabajaba en el taller de la cárcel, se hizo con un traje de guardiacárcel, y abandonó el penal a primera hora de la mañana aprovechando el relevo y la llegada de un grupo de guardiacárceles nuevos, encontrándose con Barrera en una cala no lejana. El plan original era desembarcar a Radowitzky en algún lugar apartado, con víveres y utensilios para resistir un tiempo hasta que la búsqueda hubiese amainado su intensidad, aprovechando el plazo de unas horas hasta que el personal se percatara de su desaparición. Sin embargo, este pensó que le sería más fácil pasar desapercibido en Punta Arenas, por lo que decidieron seguir viaje hasta ese punto. Tras cuatro días de navegación, y ya en territorio chileno de la península de Brunswick, la goleta fue abordada por un navío de la Armada de Chile, alertado por las autoridades argentinas de la evasión; aunque Radowitzky escapó a nado antes del encuentro, la tripulación de la goleta fue detenida e interrogada en prisión, hasta que uno de los tripulantes confesó donde aquél había tomado tierra. Pocas horas más tarde, el anarquista fue interceptado mientras intentaba llegar a Punta Arenas andando, conducido a una prisión flotante, y luego de dos semanas retornado al presidio. El castigo de la evasión serían dos años de confinamiento solitario en su celda, con sólo media ración de alimento.

En los años siguientes su figura cobraría valor simbólico en las protestas obreras anarquistas; una entrevista de La Razón en 1925 reavivó la visibilidad pública de su causa, invariablemente mantenida como emblema en los conflictos obreros de la FORA del V Congreso, y en los últimos años de la década las pancartas y pintadas exigiendo su indulto se multiplicaron. En 1928 el periodista Ramón Doll provoca un influyente alegato, examinando la desmesura con que desde la justicia se trata el delito motivado por causas políticas, que acababa con un indirecto pero claro petitorio de indulto. Tras el naufragio del Monte Cervantes en los canales fueguinos, que aisló temporalmente en Ushuaia a numerosos porteños, el diario Crítica envió a un redactor, Eduardo Barbero Sarzábal, a entrevistar a Radowitzky. La publicación de la misma tuvo un éxito rotundo, y atrajo finalmente la atención de los líderes políticos. El 14 de abril de 1930, Yrigoyen —que 14 años antes, antes de su primera elección como presidente, había prometido a una delegación anarquista indultar a Radowitzky— cumplió con demora su palabra, y le concedió el indulto. Sin embargo, por el mismo documento lo condenó al destierro; el 14 de mayo el ARA Vicente Fidel López lo lleva al puerto de Buenos Aires, de donde deberá tomar otro buque a Montevideo con fondos propios y sin documentación, habiendo desaparecido la suya en los 21 años de prisión. La ayuda de las agrupaciones anarquistas uruguayas le permite, finalmente, sortear las trabas burocráticas y desembarcar.

En Montevideo Radowitzky retomó su profesión de mecánico, tras verse frustrado su proyecto de retornar a la Unión Soviética. La situación perduró hasta el 7 de diciembre de 1934, cuando el gobierno de Gabriel Terra pretendió expulsarlo aplicando la ley de extranjeros indeseables. Las indicaciones de sus compañeros de movimiento, que le solicitaron que no acate la medida para no sentar un precedente perjudicial, llevaron a su prisión en el penal de la isla de Flores. El defensor del movimiento, el abogado Emilio Frugoni, logró en 1936 la conmutación de su pena por la de arresto domiciliario, pero carente de domicilio propio debió esperar seis meses más hasta ser liberado.
Con el inicio de la Guerra Civil Española, Radowitzky decidió sumarse a las Brigadas Internacionales. En el frente de Aragón combatió con la 28 División de Gregorio Jover, compuesta principalmente por anarquistas; trabó allí amistad con Antonio Casanova, un gallego emigrado a la Argentina que había estado entre los fundadores de la Federación Anarco-Comunista Argentina. Perjudicada su salud por los más de 25 años en cautiverio, se trasladó luego a Valencia, donde se desempeñaría en la rama cultural de la CNT. Tras la victoria del bando franquista, atravesó los Pirineos y fue internado en el campo de Saint Cyprien.
Abandonó Francia para trasladarse a México, donde el poeta uruguayo Ángel Falco, cónsul de su país en la ciudad de México, le proporcionaría empleo en la legación. Editaría revistas para el movimiento y trabajaría en una fábrica de juguetes hasta el 4 de marzo de 1956, cuando un ataque cardíaco acabó con su vida.

Miguel Arcángel Roscigna

Miguel Arcángel Roscigna fue un herrero de obra y anarquista, “el más inteligente y más aceptado de los anarquistas expropiadores”.

Nació en Buenos Aires, Argentina en el núcleo de una familia de inmigrantes llegada en 1887. Se comenzó a interesar en las ideas anarquistas en 1909, tras la muerte de coronel Falcón, asesinado por el anarquista Simón Radowitzky, que fue apresado en la cárcel de Ushuaia.

En 1924, Miguel decide preparar la fuga de Simón Radowitzky. Para ello se emplea como carcelero y se queda de “perro” en Ushuaia. El plan fracasa ya que en Buenos Aires, en una asamblea obrera, los socialistas y sindicalistas lo denuncian. Es inmediatamente cesanteado y expulsado del penal por la policía. Antes de abandonar el lugar y para que todo no halla sido en vano, Roscigna incendia la casa del Director del Penal. Después será quién organice la primera fuga del panadero Ramón Silveyra, condenado a 20 años de prisión.

En 1924 llegan a América los anarquistas españoles Buenaventura Durruti (quien once años después se convertirá en el guía indiscutido de los anarquistas en la Guerra Civil Española), Francisco Ascaso, Alejandro Ascaso y Gregorio Jover. Recorrían América en busca de fondos destinados a financiar el derrocamiento de la monarquía española. De norte a sur asaltan y realizan atentados en México, Cuba, Perú y Chile, desde allí viajan por tren hacia Buenos Aires. En Buenos Aires, realizan 2 asaltos (La estación Las Heras y la estación de subterráneos Primera Junta en Caballito) los cuales fracasan y finalizan con un policía muerto. Para el tercer atraco encuentran colaboradores, Andrés Vazques Paredes, Miguel Arcángel Roscigna y Emilio Uriondo, con ellos asaltan el Banco San Martín.

Relato del Diario La Prensa:El 19 de enero de 1926, siete desconocidos (cuatro de ellos con antifaces) bajan de un doble faetón en la esquina de Buenos Aires y Belgrano, a dos cuadras de la comisaría. Cuatro se introducen en el Banco San Martín, y los otros tres, con armas largas, se apostan en la entrada principal. Los que han entrado trabajan rápidamente. Sortean los mostradores, revisan los cajones de los pagadores y van juntando todo el dinero que encuentran. Recolectan $64.085. Los empleados bancarios obedecen cuando una voz grita: ¡Al que se mueve… cuatro tiros! Pero dos de los bancarios, que se han tirado tras el mostrador tratan de salir gateando por una puerta trasera. Uno de los enmascarados los ve y sin dudar un instante los balea, matando a un empleado e hiriendo a otro. Con el dinero obtenido, escapan del automóvil. Los persiguen pero cubren su retirada a balazos.

Cinco meses después informan que la policía francesa había desbaratado un atentado anarquista contra la vida de Alfonso XIII, rey de España. Durante la visita que éste realizaba a Francia. Eran los tres anarquistas españoles, los cuales fueron detenidos en París. Con gran éxito, se inicia una campaña formidable por Ascaso, Durruti y Jover. Finalmente son puestos en libertad y expulsados a Bélgica. Durruti y sus compañeros continuarán su lucha en otras tierras.

En 1927 los anarquistas vuelven locos a todos aquellos que tienen algo de norteamericano, por el asunto de Sacco y Vanzetti, los atentados se suceden unos a otros, la policía cree que el inspirador de toda la campaña es el italiano Severino Di Giovanni, pero no dejan de sospechar de Roscigna.

El 24 de julio lo detienen en su casa, ya saben que no le van a poder probar nada, pero han recibido informes de la policía uruguaya de que Roscigna junto a Emilio Uriondo son los que pusieron la bomba a la legación de Estados Unidos en el Uruguay y los que prepararon un artefacto explosivo dentro de un libro, para enviárselo al director de la cárcel de Ushuaia. A Roscigna lo tienen varios días en Orden Social, pero lo único que logran sacarle son mentiras: dice con cara de inocente que ha abandonado las ideas anarquistas, que ahora se dedica a la avicultura.De todas maneras la justicia pone lo pone en libertad por falta de pruebas. El subcomisario Buzzo le dice claramente: "tenes tres posibilidades: ir a criar gallinas a la Quiaca, meterte en un seminario y estudiar de cura o directamente suicidarte, así nos ahorras el trabajo, por que la próxima vez que te encontremos en alguna calle de Buenos Aires te baleamos, te ponemos una pistola en la mano y te caratulamos resistencia a la autoridad".Pero Roscigna tiene otras preocupaciones: el problema de la atención de los presos anarquistas es un desastre, no hay plata que alcance, hasta se ha tenido que suspender por falta de fondos la vianda diaria. Por otra parte Roscigna no se conforma con la parte pasiva de ayudar a los que están encarcelados, sino que lo seduce la liberación de los compañeros presos.

Roscigna quiere preparar algo que valga la pena y sin mucho ruido, para ello cuenta con su incondicional amigo Andrés Vázquez Paredes, un español decidido, de ideas claras, inteligente,
experto en la fabricación de bombas, que ha sufrido cárcel por los atentados de 1921 en la campaña pro Radowitzky, él mismo fue quien facilito la bomba al anarquista alemán Kurt Gustav Wilckens con que mato al teniente coronel Varela. Pero le faltaba un hombre: Emilio Uriondo, es un convencido de que a la teoría hay que acompañarla con la acción, porque si no, no sirve para nada. Este hombre es el que le falta a Roscigna para dar el golpe deseado, pero esta preso.

Debe buscar a otros hombres de acción, se decide entonces por los hermanos Moretti, dos hombres no muy claros en sus ideas pero que se han jugado más de una vez. Roscigna tiene a sus hombres Andres Vázquez Paredes, Vicente Moretti y Antonio Moretti.

Asalto A Hospital Rawson: El 1 de octubre de 1927 a la entrada del Hospital Rawson, están los tres anarquistas con vendajes en la cabeza, y otro espera a unos metros en un auto, Roscigna sabe que el asunto va a ser difícil, sabe que el policía que custodia al pagador tiene muy buena puntería; ha sido nada menos que campeón de tiro. Cuando llega el auto con el pagador, este baja con la maleta en la mano acompañado por el policía, los tres vendados se les acercan y les apuntan con pistolas. Todo luego es rápido y desgraciado, el pagador suelta la maleta, uno de los anarquistas la toma y corre hacia el auto, los otros dos hacen lo mismo, pero uno de ellos al darse la vuelta nota que el policía ha sacado la pistola, el movimiento instintivo le gana de mano y en puntería: mientras corre se ve desdibujado como el policía cae.

El botín ha sido muy bueno 141.000 pesos, pero antes de pensar qué se va a hacer con esa cantidad es necesario huir. Roscigna comprende que ha llegado el momento de dejar Buenos Aires y decide trasladarse al Uruguay, para eso recurre a Bustos Duarte, un lanchero de Tigre, incondicional de los anarquistas.

Bustos Duarte está dispuesto. Con él viajaran-en el bote "E pur se muove" Roscigna y los hermanos Moretti. Vazquez Paredes tomará otro rumbo. Dejarán el auto en un garaje de San Fernando que les recomienda otro vecino de Tigre, a quien todos conocen como el "Bebe" Castro. Los tres prófugos cruzan el Delta y pasan la noche en un rancho del don Hilario Castro-padre del "Bebe", pero el dueño del garaje trabaja a dos puntas, luego de cobrarle sus buenos pesos para darle refugio al auto, hace la confidencia a la policía. Éstos van al garaje descubren el auto, detienen al "Bebe" Castro y se dirigen a la casa del lanchero Bustos Duarte, éste no está pero si su esposa, quien sorprendida responde todo lo que le pregunta la policía; reconoce a Roscigna y a los Moretti por fotografía, los mismo que a Andrés Vázquez Paredes, agregando que éste no viajo en el bote con su esposo. Para la policía esta todo esclarecido y solicitan ayuda a las autoridades uruguayas. Se movilizan por todos los medios disponibles para la captura de los autores del asalto al Rawson.

Mientras tanto Roscigna y los Moretti huyen en automóvil y a caballo. Llegan a Montevideo, se dirigen caminando hacia una peluquería donde se hacen afeitar y se pierden en las calles de ese barrio obrero, donde viven muchos ácratas.

Roscigna con el dinero además de emplearlo para tareas de solidaridad con su causa, financiara falsificación de dinero argentino. Creía firmemente que con el dinero falso se podía derrotar a la burguesía.

Roscigna participa en febrero de 1929 en el asalto a los establecimientos Kloeckner y en octubre de 1930, en plena represión uriburista, junto con Severino Di Giovanni, en el atraco al pagador de Obras Sanitarias, en Palermo. El botín, nada menos que 286.000 pesos, es empleado en un 70 por ciento para la ayuda de compañeros presos, gran parte de lo cual llevan Miguel Arcángel Roscigna y José Manuel “el capitán” Paz a Montevideo para financiar una obra para liberar a Antonio Moretti, los catalanes y otros anarquistas presos.

En agosto de 1929, una familia italiana se instala frente a la cárcel de Punta Carretas, el nuevo vecino se llama Gino Gatti, y se instala con un comercio carbonería, exhibiendo el anuncio: “Carbonería El Buen Trato: venta de carbón, de leña y de piedra”. Desde entonces se gana la simpatía de los vecinos. Pero en la primera semana de marzo de 1931, a pesar de que los negocios marchan bien, el matrimonio decide marcharse a Buenos Aires.

Pasan los días y precisamente el 18 de marzo por la tarde, un guardiacárcel de la prisión de Punta Carretas observa atentamente a los reclusos que gozan de su corto recreo diario en el patio. Tiene la sensación de que algo extraño está ocurriendo pero no puede decir qué es. Se le ha dado la instrucción precisa de que vigile expresamente al alemán Erwin Polke, pero éste está jugando allí, en el medio del patio, al ajedrez. Minutos después se oyen gritos exteriores, pitadas y sirenas. Los gritos parten de vecinos de la carbonería “El buen trato”. Es que han visto salir a unos cuantos desconocidos por los fondos y han creído que se trata de ladrones que están desvalijando la ex carbonería de Gatti. Se agolpan enseguida policías y guardiacárceles y rodean el terreno. Es cuando aparecen dos nuevos desconocidos por la puerta del fondo, y al verse rodeados, tratan de meterse nuevo en el local. Pero ya es tarde. Los aprehenden y cuál no es la sorpresa de los guardiacárceles presentes al reconocer que se trata de 2 penados de Punta Carretas, uno de ellos Aurelio Rom, anarquista, cuñado de Antonio Moretti.Al entrar al local, la policía se encuentra con algo inusitado: un profundo pozo perfectamente iluminado que pareciera ir al centro de la tierra, un cuadrado de dos por dos apuntalado con maderas. Se baja con una escalerilla hasta cuatro metros de profundidad. De allí comienza un túnel de 50 metros de largo, “es una obra técnicamente perfecta”, dirán luego los ingenieros de la policía; está realizado en forma de una bóveda y tiene iluminación eléctrica al igual que caños para su ventilación.Los realizadores del túnel son además de Gino Gatti (a quién desde entonces se lo apodará el ingeniero), Miguel Arcángel Roscigna, Andrés Vázques Paredes, el “capitán” Paz y Fernando Malvicini (anarquista rosarino integrante del grupo Severino Di Giovanni). El momento culminante fue, sin duda, el instante en que debían dar el último toque y hacer la salida en el baño de la prisión. Para ello, la noche anterior habían llegado a apenas 50 centímetros de la salida, y así lo dejaron, apuntalando el piso del baño. Cuando llegó la hora de recreo de los presos, Roscigna y sus compañeros desde adentro del túnel levantaron el piso del baño. En la cárcel los únicos que estaban enterados eran Vicente Moretti, su cuñado y los tres anarquistas catalanes. El primero en ir al baño fue Moretti, quién se encontró no solo con el agujero, sino también con una escalera para bajar. Luego salieron los tres catalanes y detrás de ellos, cinco presos comunes que aprovecharon la bolada. Cuando se dispuso a salir Rom y otro preso, fueron apresados.

Tres eran los coches que esperaban a los prófugos en la calle que daba a los fondos de la carbonería. De allí huyeron sin dejar rastros. Roscigna había cumplido con su palabra: liberar a sus compañeros detenido.

Apenas nueve días de libertad iba a gozar Vicente Moretti. Luego de pasar la noche en la casa del anarquista Germinal Reveira, Moretti y los tres anarquistas catalanes toman distintos caminos. A Moretti lo espera Roscigna en un escondite que considera seguro: una casa de la calle Curupí. En la habitación de delante de esa casa está instalado el comité Partido Colorado Radical Uruguayo. Al estar en el cuarto del fondo, es un lugar ideal del cual pueden salir y entrar porque siempre hay mucha gente y su presencia pasa inadvertida. El 27 de marzo de 1931 anda la perrera por la calle Curupí. El cazador de perros es un ex penado, que ha pasado varios meses en Punta Carretas. Un perro se escapa y se mete en la casa. El perrero José Sosa se mete detrás de él. En el patio se encuentra Vicente Moretti tomando mate y gozando del fresco de la mañana. Ante la imprevista aparición del perrero, Moretti se sorprende primero y después le dice: “Deje tranquilo al pichicho, amigo”. Sosa simula protestar y se va con las manos vacías pero contentísimo: acaba de identificar a Moretti. Él lo conoce muy bien porque estuvo preso en el mismo pabellón. Por eso deja el carro con los perros como está, y corre a la comisaría. Allí, casi sin aliento el perrero habla de su gran descubrimiento: “¡Es Moretti! ¡Yo lo conozco bien!”

Llegan 53 policías a la casa con armas largas y encuentran a Moretti leyendo, ignorante de lo que ocurría. En ese ínterin, sale de su cuarto Roscigna. No está armado y ve que le apuntan. No sabe como reaccionar. Entonces decide entregarse. Sabía que sería entregado a la policía argentina. Con él, caen Andrés Vázques Paredes, Fernando Malvicini y el “Capitán” Paz.

La policía oriental, no sabiendo qué hacer para demostrar su hazaña expuso a los cuatro: Roscigna, el “Capitán” Paz, Malvicini y Moretti y en el patio de la jefatura., sentados en sillas, con las manos esposadas a la espalada. Todo el periodismo rioplatense se dio cita para mirar a los anarquistas. Roscigna responde con deferencia y tranquilidad, con frases cortas. Pero donde se extiende es cuando habla de la policía, con profundo desprecio. Dice que son: “los sirvientes mal pagos de los explotadores y burócratas del poder”. A manera de explicación de su modo de vida dice que “alguna vez se hará justicia a los anarquistas y a sus métodos: nosotros no tenemos a nadie quién nos financie nuestras actividades, como la policía es financiada por el Estado, la Iglesia tiene sus fondos propios, o el comunismo tiene una potencia extranjera detrás. Por eso, para hacer una revolución, tenemos que tomar los medios saliendo a la calle, a dar la cara”.
En el juicio, los anarquistas se acusan ante los uruguayos de ser los autores de la evasión de Punta Carretas y de haber robado tres automóviles para la huida de éstos. La justicia uruguaya los condenará a seis años de prisión.

El 31 de diciembre de 1936 termina la pena que sufren Miguel Roscigna, Andrés Vázques Paredes, Fernando Malvicini, y el el “Capitán” Paz. En Montevideo le aplicarán el edicto de “indeseables” y los expulsarán hacia Buenos Aires. Viajan esposados toda la noche y los entregan al departamento de Orden Social. Allí lo detienen un tiempo, hasta el 25 de mayo de 1937. Cuando los familiares de Roscigna van a inquirir el departamento de policía sobre el paradero del anarquista, un oficial les informa que los anarquistas han sido trasladados a La Plata, de La Plata les informan que están en Avellaneda, en avellaneda que están en Rosario, en Rosario que están en Tandil, y así sucesivamente. Pero todo será inútil. Se comienza una búsqueda interminable, hasta los grupos de Barcelona envían dinero para que se continúe con la búsqueda. Pasados varios meses de la desaparición, un oficial de Orden Social se sincera y dice: “No se rompan más muchachos; a Roscigna, Vázquez Paredes y a Malvicini les aplicaron la Ley Bazán, los fondearon en el Río De La Plata” Nunca fueron encontrados los cadáveres y tal vez nunca se conozca la verdad.

Antonio Soto Canalejo

Antonio Soto Canalejo (Ferrol, La Coruña, España, 8 de octubre de 1897 - Punta Arenas, Chile, 11 de mayo de 1963), conocido como "El gallego Soto" o "Líder de la patagonia rebelde", fue uno de los principales dirigentes anarcosindicalistas en las huelgas rurales de la Patagonia de Argentina en 1921.

Nació el 8 de octubre de 1897 en Ferrol, La Coruña, España. Hijo de Antonio Soto y Concepción Canalejo. Llegó a Buenos Aires cuando tenía 13 años. Huérfano de padre comenzó junto con su hermano Francisco, una vida de miserias y privaciones en Argentina. Antonio pudo concurrir muy poco a la escuela primaria. Hizo de los más diversos oficios sufriendo privaciones, explotación y el castigo. Desde muchacho fue atraído por las ideas anarquistas en su vertiente sindicalista. En 1914 ya con 17 años Soto se rehusa a ingresar en la milicia española para ir a combatir a Marruecos.En 1919 se embarcó con la compañía teatral Serrano-Mendoza, que hacía el recorrido de los puertos patagónicos argentinos y continuaba su periplo por Punta Arenas, Puerto Natales, Puerto Montt, etc.

En enero de 1920 se desata una verdadera rebelión popular en la ciudad de Trelew, Chubut. Todo comienza con una huelga de empleados de comercio a la que se adhiere casi toda la población, en contra del gobernador, la policía y los grandes comerciantes. Antonio Soto, aparece arengando a la gente y apoyando a los trabajadores en huelga. Esa actitud le valió su detención y expulsión del territorio chubutense.

Poco después llegará a Río Gallegos. El clima obrero que reina en la capital santacruceña lo atrae. Antes y después de las funciones teatrales concurre al local de la Sociedad Obrera. Allí escuchará al asesor, doctor José María Borrero, quien era un orador que cautivaba al auditorio. Borrero lo alienta a quedarse e integrar el sindicato; él se ha dado cuenta de que Soto es hombre un de lucha, que tiene preparación ideológica y que sabe expresarse bien en las asambleas. Soto abandona la compañía teatral y se radica en la Patagonia. Se inscribe como estibador para trabajar en el puerto (“trabajador de playa”).

El 24 de mayo de 1920 es elegido secretario general de la Sociedad Obrera de Gallegos. En julio de ese año la Sociedad Obrera, en acuerdo con todos los sindicatos de las otras ciudades santacruceñas, declara la huelga del personal de hoteles de todo el territorio y del personal de playa de los puertos. Piden mejoras salariales. En el sector de playa se pierde la huelga; en cambio, el gremio de mozos, peones y cocineros de hoteles, continúan.

La situación al comenzar el año 1921, era la siguiente: el paro en Río Gallegos y Puerto Deseado era total, además se había declarado el boicot a 3 comercios. El 16 de enero el marino Malerba, bajo las órdenes del gobernador Edelmiro Correa Falcón inicia la represión de los huelguistas. Es detenido el asesor de la Sociedad Obrera, José María Borrero, y otros integrantes de la organización, pero Antonio Soto no pudo ser apresado.
Antonio Soto viaja clandestinamente a Buenos Aires, saliendo en el vapor “Asturiano” oculto por los obreros de máquinas, para presentar la situación en el congreso sindicalista. El periódico Organización Obrera, órgano de la FORA sindicalista, en su número del 29 de enero, da cuenta de su arribo. Soto participará del congreso nacional como delegado de los afiliados de la Sociedad Obrera de Río Gallegos. Soto aprovecha el congreso para buscar apoyo y solidaridad para el conflicto de Santa Cruz. El congreso obrero, con representaciones de todo el país, se realizó en La Plata desde el 29 de enero hasta el 5 de febrero de 1921. Soto interviene en el congreso haciendo una profunda crítica por la falta de solidaridad del consejo federal con el movimiento obrero en la Patagonia.
El gobierno radical de Hipólito Yrigoyen, aliado de los estancieros, envía al ejército hacia la Patagonia al mando del teniente coronel Héctor Benigno Varela para evaluar la situación que se estaba viviendo. Este al llegar y evaluar antecedentes, finaliza informando que los responsables de todo eran los estancieros, por la explotación a la que sometían a los trabajadores rurales y que la patronal debía humanizar el trato, obligando a ambas partes a deponer las armas y a los estancieros a cumplir con las demandas. Al culminar su gestión, Varela regresa a Buenos Aires.

Los estancieros se negaron a a cumplir con el convenio, continuando con los despidos, reteniendo los sueldos atrasados y sin mejorar las condiciones laborables. Antonio Soto lidera a la Sociedad obrera a la huelga por tiempo indeterminado. El 25 de marzo de 1921 se produce un paro general en el frigorífico. Las gestiones de los estancieros y el gobernador saliente Correa Falcón frente al gobierno radical, dan por resultado el retorno del teniente coronel varel a Santa Cruz, que iniciará una cruel represión fusilando en el acto a los huelguistas.

El 15 de septiembre Soto y sus compañeros parten rumbo a las estancias de la cordillera en un largo periplo con automóviles y caballos, en auto y a caballo. Al 31 de octubre, Soto había incorporado al movimiento a los obreros rurales de las estancias “Buitreras”, “Alquinta”, “Rincón de los Morros”, “Glencross”, “La Esperanza” y “Bella Vista”, logrando sublevar a la región del sudoeste del territorio santacruceño. El movimiento era completamente pacífico, requisando las armas y tomando los alimentos para la campaña, sobre los que otorgaban vales para la posterior devolución, y ocasionalmente tomando como rehenes a los propietarios o administrdores. Al 5 de noviembre todas las estancias del sur de Santa Cruz están paralizadas. Los obreros dominan los caminos, desplazándose en columnas de 60, 100 y 200 hombres que marchan con la bandera roja y negra. Soto se encuentra en Punta Alta con los militantes Graña, Sambucetti y Mongilnitzky. Allí resuelven que mientras Soto continúe dirigiendo el movimiento en el campo, los 3 restantes deben intentar entrar en Río Gallegos para reemplazar a los dirigentes presos y tener un punto de apoyo en la ciudad. Los 3 anarquistas al arribar a Río Gallegos son golpeados y apresados por la policía.
Mientras tanto las columnas obreras de Pintos, Ramón Outerello y Albino Argüelles habían sido atacadas por las tropas del teniente coronel Hugo Varela, ocasionándoles decenas de bajas. El movimiento había quedado dividido en dos: la columna Antonio Soto y la columna José Font, más conocido como “Facón Grande”. Hasta principios de diciembre Soto dominaba toda la zona sur del Lago Argentino y del Lago Viedma, y su contingente llegó a ser el más numeroso alcanzando cerca de 600 obreros, tomando como base de operaciones la estancia “La Anita”.
El ejército estaba en las cercanías para el 7 de diciembre y el dirigente decide llamar a una asamblea. El obrero chileno Juan Farina, propone la rendición y la gran mayoría de los peones rurales apoyan su moción. Soto argumenta que era necesario continuar con la huelga, pero finalmente acuerda enviar a 2 hombres con bandera blanca a parlamentar con las tropas del ejército para pedir condiciones y garantías, además del cumplimiento de las cláusulas del convenio del año pasado. Los militares fusilan a los dos enviados de inmediato.”
Los militares llegan hasta la estancia “La Anita” y exigen la rendición incondicional a todos los huelguistas. Los dirigentes piden plazo de una hora y se reúnen en asamblea. Soto da un dramático discurso que será desoído por la mayoría de los huelguistas, que deciden entregarse y terminar con la huelga. Las tropas de Varela fusilarán a un buen número de estos huelguistas. Soto y doce hombres huyen a caballo hacia Chile atravesando la Cordillera de los Andes. Nunca será atrapado por las autoridades.

Soto fue perseguido por los militares argentinos durante 5 días y los carabineros chilenos, pero logró refugiarse en Puerto Natales y embarcarse en una goleta que lo llevará a Punta Arenas, siendo refugiado por la Federación Obrera Magallánica. Frente a la posibilidad de ser denunciado, huye oculto en barco a Valparaíso, siguiendo rumbo a Iquique en el nore chileno, donde trabajó como obrero en las salitreras. Las duras condiciones del trabajo le afectaron la salud y regresó a Valparaíso.
En 1933 viaja de incógnito a Río Gallegos para explicar su actuación en la huelga de 1921, y toma
contacto con antiguos compañeros, preparando un acto que resultará un fracaso en concurrencia. Soto fue expulsado de inmediato por el gobernador Gregores. Soto abandonó la militancia activa sin renegar de sus ideales anarquistas.”.
Se instaló en Punta Arenas y manejó un pequeño hotel, punto de reunión de libertarios, intelectuales y librepensadores. Soto fundó en Punta Arenas el Centro Republicano Español, el Centro Gallego y la filial de la Cruz Roja. En Puerto Natales inauguró un cine al que llamó "Libertad". El 11 de mayo de 1963 murió en Punta Arenas a los 65 años de edad. Sus restos fueron acompañados un nutrido cortejo fúnebre, integrado por libertarios, republicanos y una columna de estudiantes (Soto había inspirado la primera huelga estudiantil en Punta Arenas por el aumento del salario de los docentes). En su lugar de nacimiento, Ferrol, España, una calle lleva su nombre.