Lugar: Yatay 334.
Por un circuito estatal de música en vivo.
Es hora de que los músicos vayamos por nuestros derechos.
Vení a debatir las propuestas y acciones por:
· La creación de un Circuito Musical Público que active y desarrolle espacios culturales públicos (auditorios, anfiteatros, centros culturales, teatros, plazas etc.) para la música en vivo.
Que el Gobierno aporte dichos espacios, además del backline y/o infraestructura y difusión para cada evento, como así también el cachet de los artistas participantes, delegando la facultad de la programación a las organizaciones de músicos.
Por el pleno desenvolvimiento de la actividad de los músicos en la vía pública, inmediata supresión de las cláusulas del Código Contravencional de la Ciudad de Buenos Aires que restringen y/o prohíben su pleno desenvolvimiento.
Solidaridad con los reclamos de los trabajadores del Teatro Colón.
Por una organización unitaria de músicos y trabajadores de la cultura, independiente del Estado y los empresarios.
Cómo funcionamos:
La Asamblea es soberana.
La coordinación de la Asamblea es rotativa, integrada por representantes de las organizaciones y músicos presentes.
Ningún miembro puede firmar acuerdo o resolución alguna sin previa consulta y voto de la misma.
Nuestra representatividad real siempre está dada por nuestra capacidad de participación, convocatoria y movilización.
Convocan:
*MUR (Músicos Unidos por el Rock).
*Músicos Experimentales.
*Lucharte Músicos.
Luego de la Masacre de Cromañón, un hecho que no fue fortuito y que puso al descubierto un sistema donde prevalece el lucro por encima de la seguridad de artistas y público, el circuito de música en vivo ha sufrido una gran transformación. Se han clausurado boliches y centros culturales independientes por razones de “seguridad”. La mayoría de los lugares alternativos, muchos gratuitos, cuyo público es el de menor poder adquisitivo, han colapsado. Las nuevas exigencias para habilitar (algunas lógicas y otras ridículas) reclamaron una inversión que este sector no pudo afrontar. Un sector del circuito comercial privado (el de más localidades) pudo reacomodarse trasladando al precio de las entradas los nuevos costos y beneficiándose con la consecuente concentración del negocio del espectáculo en un puñado de empresarios, mientras miles de artistas quedamos sin trabajo. El circuito de más de 500 espectadores funciona y da grandes ganancias.
Estos espacios alternativos son vitales para nuestra actividad pues son los que nos dan la posibilidad de generar nuevas propuestas y darlas a conocer. Pero esta posibilidad ha sido barrida por el principio empresarial (lógico para ellos), donde el rédito económico es el que manda. Con esta lógica, es una consecuencia directa entonces que desaparezcan aquellos espacios cuya “inversión” no da rentabilidad. Algunas salas se han aprovechado de nuestra necesidad para instalar un nuevo negocio: pagar para tocar, convirtiendo estos lugares en meras salas de alquiler sin ningún riesgo empresarial, donde los músicos debemos no sólo actuar sino armar la función (vender entradas, afichar, prensa, sonido, etc.), casi siempre a pérdida o salvando apenas los costos.
Las recientes declaraciones del secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia, y la ministra de Industria, Débora Giorgi, dieron cuenta de las ganancias que genera la industria de la cultura: “El PBI (Producto Bruto Interno) cultural alcanzó el 3,5% del total nacional y anunciaron la creación del Mercado de Industrias Culturales Argentinas (MICA)”.
Hay una contradicción evidente, este boom industrial es inversamente proporcional a nuestra situación. No podemos ligar nuestros derechos laborales y artísticos al negocio del espectáculo.
Lo que realmente ayudaría al desarrollo de nuestra actividad es la puesta en marcha de un circuito estatal con espacios de música en vivo, festivales y recitales en centros culturales, clubes, plazas públicas, anfiteatros y demás espacios estatales, bajo control y programación de los músicos y trabajadores de la música.
Queremos advertir, sin embargo, que el Estado, tanto de la Ciudad como nacional, lejos de fomentar estos espacios ha lanzado una política de vaciamiento y privatización de los mismos, cerrando espacios, arancelizándolos, alquilándolos o directamente privatizándolos. Prueba de esto son las leyes de Autarquía del Teatro Colón y de Mecenazgo en la Ciudad de Buenos Aires.
La puesta en marcha de un circuito con una fuerte inversión estatal donde el Estado reactive y financie espacios culturales públicos (auditorios, anfiteatros, centros culturales, teatros, plazas etc.) para la música en vivo con una programación dirigida por nosotros mismos (los músicos) es nuestro reclamo.
La realización de este circuito posibilitaría el acceso a la música (tanto el disfrute como su realización) de un público que hoy la tiene tan vedada como nosotros para presentarla, así como el surgimiento y desarrollo de nuevas propuestas que ayudarían a fortalecer y diversificar el panorama actual.