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sábado, 27 de junio de 2009

Defensa al derecho de aborto..


Argumentos antropológicos en la defensa por el derecho al aborto

Los indiscutibles resultados de las investigaciones científicas no dejan lugar a dudas del origen humano y de su relación con otras formas de vida animal descartando de plano falaces hipótesis que vinculan el nacimiento del hombre con la obra de deidades, magia, supersticiones, mitos, etc.
No podemos dejar de reconocernos como productos evolutivos al saber que nuestros cuerpos contienen sistemas de órganos heredados de otras criaturas, sin mencionar distintos órganos, músculos y huesos que aún forman parte de nuestro cuerpo y que en algún momento cumplieron funciones pero ya son totalmente inútiles, por ej: apéndice, músculos de las orejas, cóccix (resabio de cola), etc. Tampoco podemos negar nuestra relación directa con el resto de los animales (con algunos más, con otros menos, según la distancia en la línea evolutiva de las diferentes familias).
Los paralelismos entre el humano y otros embriones son importantes rasgos que nos relacionan con otras formas de vida.

En cada animal (desde los gusanos hasta el hombre) el cuerpo comienza a desarrollarse a partir de sólo dos capas de células en división: el ectodermo (externa) de donde se origina la piel y el tejido nervioso, y el endodermo (interna) que produce al tejido que tapiza el tracto digestivo, órganos relacionados como el páncreas o el hígado, membranas de las branquias o pulmones y otras estructuras. Pero en el caso de los vertebrados hay una tercera capa intermedia (el mesodermo) que produce la mayor parte del cuerpo incluyendo huesos, músculos, arterias y venas, la mayoría del sistema urogenital, y una varilla cartilaginosa (la notocorda) precursora de la columna vertebral.

Tempranamente en la vida embrionaria, las células mesodérmicas que hay a cada lado de la notocorda forman bloques llamados somites (esbozo bilateral del cuerpo de un vertebrado segmentado). En este estadio, el embrión humano es idéntico a un pez embrionario completo, con un cerebro muy parecido al pez, con sacos branquiales en el cuello, las extremidades sólo son brotes que parecen aletas, músculos segmentados a lo largo del tronco, una cola, un corazón simple como el de los peces, y varios pares de vasos sanguíneos como los que enlazan el corazón de un pez con las branquias.

Sin embargo pronto las estructuras se modifican hacia la figura típica de los mamíferos. A pesar de convertirse en branquias los arcos branquiales contribuyen a la formación de la cara, mandíbulas, laringe, lengua, oídos, y órganos endocrinos del cuello. La vejiga gaseosa de los peces se convierte en pulmones, la mayoría de los vasos sanguíneos que relacionan el corazón con las branquias disminuyen y desaparecen. Las arterias de las extremidades se reordenan para servir a brazos y piernas. El corazón adquiere tabiques y se forman los riñones propios de los mamíferos. El tronco, al perder músculos, gana una cintura. Con el tiempo sólo algunos huesos fundidos al final de la columna vertebral permanecen como una reminiscencia de la cola embrionaria.

Entre el cuarto y el sexto mes el embrión humano cambia y deja de parecerse al de un pez para hacerse indistinguible del de un mono. Recién al séptimo mes el embrión comienza a adquirir las primeras características netamente humanas que lo van a distinguir de otros embriones animales.

Queda claro que el embrión humano a los seis meses de gestación no se diferencia del embrión de un pez, y hasta los siete no se diferencia del de un mono, por lo tanto ¿hasta dónde cabe decir que un aborto es el asesinato de una persona?, además resulta irónico que quienes dicen que abortar es asesinar sean los mismos que apoyan a grandes imperios económicos.

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