Su controvertido juicio atrajo una enorme atención internacional, con críticos acusando al fiscal y al Juez Webster Thayer de conducta impropia, y de permitir que sentimientos anti-italianos, anti-inmigrantes y anti-anarquistas predispusieran al jurado. Algunos prominentes americanos, tales como Felix Frankfurter y Upton Sinclair apoyaron públicamente a los comités ciudadanos de Sacco y Vanzetti en una oposición no exitosa al veredicto. Las ejecuciones de Sacco y Vanzetti generaron protestas masivas en Nueva York, Londres, Amsterdam y Tokyo, huelgas a través de Sudamérica y disturbios en París, Ginebra, Alemania y Johannesburgo.
La culpabilidad real de Sacco y Vanzetti aún es fuente de controversia. Evidencia relevante obtenida después del juicio sugiere la inocencia y crea dudas acerca del proceso judicial. Estas incluyen pruebas modernas de balística en la supuesta arma homicida, revelaciones de evidencia mal manejada, testimonios retractados, una confesión de asesinado de otro conocido asaltante de bancos y declaraciones de múltiples individuos envueltos en el caso.
Sacco y Vanzetti fueron acusados por los asesinatos de Frederick Parmenter, un encargado de la nómina gubernamental y Alessandro Berardelli, un vigilante de seguridad y del robo de US$ 15.776,51 de la Slater-Morrill Show Company, en Pearl Street en South Braintree, Massachusetts durante la tarde del 15 de abril de 1920. Los dos hombres fueron arrestados en Buffalo, Nueva York el 5 de mayo de 1920.Sacco era un zapatero nacido en Torremaggiore, Foggia que emigró a los Estados Unidos a los diecisiete años. Vanzetti era un pescadero nacido Villafalletto, Cuneo que llegó a los Estados Unidos a los veinte años. Se dice que el juez en el caso, Webster Thayer, le dijo al jurado: "Este hombre, (Vanzetti) aunque no haya en realidad cometido ninguno de los crímenes que se le atribuyen, es sin duda culpable, porque es un enemigo de nuestras instituciones". No hay registro de este comentario en la transcripción completa del juicio.
Lo que es seguro es que los dos hombres eran seguidores de Luigi Galleani, un anarquista italiano, que abogaba por la violencia revolucionaria, incluyendo la detonación de bombas y el asesinato. Galleani publicó Cronaca Sovversiva (Crónica Subversiva), un periódico que promovía la revolución violenta, así como un manual explícito para la fabricación de bombas (La Salute è in voi!) que era ampliamente distribuido entre sus seguidores. En ese momento, los anarquistas italianos estaban a la cabeza en la lista de los enemigos peligrosos del gobierno, y habían sido identificados como sospechosos en varios bombazos violentos e intentos de homicidio (incluso un intento de envenenamiento masivo), que iban desde el intento, por parte de Alexander Berkman en 1892, de asesinato de Henry Clay Frick en medio de la huelga de Homestead, Pittsburgh (de hecho, Alexander Berkman era un inmigrante ruso; había cumplido una sentencia de 13 años por el intento de asesinato y después fue deportado a su país).Cronaca Sovversiva fue suprimido en julio de 1918, y Galleani con ocho de sus asociados más cercanos fueron deportados en 24 de junio de 1919. La mayor parte de los Galleanistas que quedaron evitaron ser arrestados entrando en inactividad o actuando en secreto.
Sin embargo, alrededor de sesenta militantes se consideraban envueltos en una guerra de clases que requería represalias. Por tres años, libraron una campaña intermitente de terrorismo dirigido a políticos, jueces y otros oficiales federales y locales, especialmente aquellos que habían apoyado la deportación de extranjeros radicales. El más importante, de entre la docena o más actos terroristas que los Galleanistas cometieron o que se sospecha cometieron, fue la detonación de una bomba en el hogar del Fiscal General A. Mitchell Palmer el 2 de junio de 1919. En aquel incidente, un Galleanista, Carlo Valdinoci (un asociado de Sacco y Vanzetti), resultó muerto cuando la bomba dirigida al Fiscal General Palmer explotó en sus manos mientras la colocaba. Un panfleto incendiario encontrado en la escena de este y otras detonaciones a media noche el mismo día estaba firmado: "Los Luchadores Anarquistas".
Sacco y Vanzetti habían estado involucrados hasta cierto grado en la campaña de bombardeos, aunque sus roles no se han podido determinar con exactitud[cita requerida]. Este hecho explica mucho sobre sus actividades y comportamiento sospechoso la noche de su arresto, el 5 de mayo de 1920. Dos días antes habían sabido que un compañero llamado Andrea Salsedo había sido tirado desde una ventana de la Oficina de Investigación en Park Row, Nueva York, resultando muerto. En su momento se especuló si Salsedo fue empujado por la ventana o si se cayó durante un intento de obtener información mientras era sostenido por los tobillos fuera de la ventana, una conocida técnica de interrogatorio de "tercer grado".
Roberto Elia, otro Galleanista que se encontraba bajo arresto, fue liberado y testificó que Salsedo estaba desesperado y se suicidó pensando que era la única manera de evitar traicionar a otros Galleanistas. En su libro de 1965, Protest: Sacco-Vanzetti and the Intellectuals, pp.75-76, 80, David Felix apoya esta idea. Él había entrevistado a muchos de los participantes en el caso Sacco-Vanzetti, pero la verdad sobre Salsedo, cuya muerte pudo haber causado acciones más violentas por parte de sus compañeros, tal vez nunca se sabrá. Salsedo trabajaba en una imprenta de Brooklyn que agentes federales habían relacionado con el panfleto de "Los Luchadores Anarquistas". Los Galleanistas sabían que Salsedo había sido retenido por varias semanas y que había sido golpeado, y podían intuir que Salsedo y su camarada Roberto Elia habían hecho importantes revelaciones sobre la bomba puesta el 2 de junio de 1919, revelaciones después confirmadas por el Fiscal General Palmer.
Los Galleanistas se dieron cuenta que tendrían que realizar sus planes en secreto y deshacerse de toda evidencia incriminadora. Sacco y Vanzetti fueron encontrados manteniendo correspondencia con varios Galleanistas, y una de las cartas a Sacco específicamente lo prevenía para que destruyera todo el correo después de leer la carta.
Lo que es seguro es que los dos hombres eran seguidores de Luigi Galleani, un anarquista italiano, que abogaba por la violencia revolucionaria, incluyendo la detonación de bombas y el asesinato. Galleani publicó Cronaca Sovversiva (Crónica Subversiva), un periódico que promovía la revolución violenta, así como un manual explícito para la fabricación de bombas (La Salute è in voi!) que era ampliamente distribuido entre sus seguidores. En ese momento, los anarquistas italianos estaban a la cabeza en la lista de los enemigos peligrosos del gobierno, y habían sido identificados como sospechosos en varios bombazos violentos e intentos de homicidio (incluso un intento de envenenamiento masivo), que iban desde el intento, por parte de Alexander Berkman en 1892, de asesinato de Henry Clay Frick en medio de la huelga de Homestead, Pittsburgh (de hecho, Alexander Berkman era un inmigrante ruso; había cumplido una sentencia de 13 años por el intento de asesinato y después fue deportado a su país).Cronaca Sovversiva fue suprimido en julio de 1918, y Galleani con ocho de sus asociados más cercanos fueron deportados en 24 de junio de 1919. La mayor parte de los Galleanistas que quedaron evitaron ser arrestados entrando en inactividad o actuando en secreto.
Sin embargo, alrededor de sesenta militantes se consideraban envueltos en una guerra de clases que requería represalias. Por tres años, libraron una campaña intermitente de terrorismo dirigido a políticos, jueces y otros oficiales federales y locales, especialmente aquellos que habían apoyado la deportación de extranjeros radicales. El más importante, de entre la docena o más actos terroristas que los Galleanistas cometieron o que se sospecha cometieron, fue la detonación de una bomba en el hogar del Fiscal General A. Mitchell Palmer el 2 de junio de 1919. En aquel incidente, un Galleanista, Carlo Valdinoci (un asociado de Sacco y Vanzetti), resultó muerto cuando la bomba dirigida al Fiscal General Palmer explotó en sus manos mientras la colocaba. Un panfleto incendiario encontrado en la escena de este y otras detonaciones a media noche el mismo día estaba firmado: "Los Luchadores Anarquistas".
Sacco y Vanzetti habían estado involucrados hasta cierto grado en la campaña de bombardeos, aunque sus roles no se han podido determinar con exactitud[cita requerida]. Este hecho explica mucho sobre sus actividades y comportamiento sospechoso la noche de su arresto, el 5 de mayo de 1920. Dos días antes habían sabido que un compañero llamado Andrea Salsedo había sido tirado desde una ventana de la Oficina de Investigación en Park Row, Nueva York, resultando muerto. En su momento se especuló si Salsedo fue empujado por la ventana o si se cayó durante un intento de obtener información mientras era sostenido por los tobillos fuera de la ventana, una conocida técnica de interrogatorio de "tercer grado".
Roberto Elia, otro Galleanista que se encontraba bajo arresto, fue liberado y testificó que Salsedo estaba desesperado y se suicidó pensando que era la única manera de evitar traicionar a otros Galleanistas. En su libro de 1965, Protest: Sacco-Vanzetti and the Intellectuals, pp.75-76, 80, David Felix apoya esta idea. Él había entrevistado a muchos de los participantes en el caso Sacco-Vanzetti, pero la verdad sobre Salsedo, cuya muerte pudo haber causado acciones más violentas por parte de sus compañeros, tal vez nunca se sabrá. Salsedo trabajaba en una imprenta de Brooklyn que agentes federales habían relacionado con el panfleto de "Los Luchadores Anarquistas". Los Galleanistas sabían que Salsedo había sido retenido por varias semanas y que había sido golpeado, y podían intuir que Salsedo y su camarada Roberto Elia habían hecho importantes revelaciones sobre la bomba puesta el 2 de junio de 1919, revelaciones después confirmadas por el Fiscal General Palmer.
Los Galleanistas se dieron cuenta que tendrían que realizar sus planes en secreto y deshacerse de toda evidencia incriminadora. Sacco y Vanzetti fueron encontrados manteniendo correspondencia con varios Galleanistas, y una de las cartas a Sacco específicamente lo prevenía para que destruyera todo el correo después de leer la carta.
Sospechas de la policía en relación al robo en South Braintree y sobre otro en South Bridgewater se centraban en los italianos anarquistas locales, aunque en realidad poca de la evidencia sugería una conexión entre los crímenes y el movimiento, una teoría era que habían cometido los robos para obtener fondos para su campaña de bombardeos. Sin embargo, el 16 de abril, un día después de los asesinatos y robos, el jefe de la policía local Michael E. Stewart fue llamado por el Servicio Federal de Inmigración (FIS por sus siglas en inglés) sobre el anarquista italiano Ferrucio Coacci, quien había sido arrestado por ellos dos años antes. Por fomentar la deposición violenta del gobierno, Coacci iba a ser deportado. Coacci seguía logrando posponer esto, hasta el 15 de abril de 1920, el día de los evento en Braintree. Para justificar su ausencia, llamó al FIS con la excusa que su esposa se había enfermado. Se le pidió a Stewart que investigara esto, y envió a dos policías el 16 de abril. Pronto descubrieron que Coacci estaba mintiendo y que su esposa gozaba de buena salud, pero fueron sorprendidos cuando se mostró feliz de ser arrestado para deportación inmediata. Coacci insistió en esto, y fue liberado de culpa después de que su coartada -su tarjeta de entradas y salidas- demostró que había trabajado el 15 de abril, fue deportado el 18 de abril. Detenido a su llegada a Italia, sus valijas fueron inspeccionadas pero la policía no pudo encontrar nada.
Stewart comenzó a sospechar y el 20 de abril visitó la residencia Coacci, encontrando a "Mike Boda" -alias de Mario Buda- rentando la casa. Argumentando que no le agradaba Coacci, dijo que la esposa del hombre también se había ido rápidamente. Buda admitió fácilmente que tenía una española automática calibre .32 cuando le preguntaron si tenía un arma, teniendo el diagrama de una Savage automática también -tal como la que se había usado en el robo y asesinato. El garaje vacío despertó interés, ya que gracias a las marcas de llantas se sabía que dos autos habían estado ahí. Buda dijo que tenía un Oakland 1914, y que estaba por el momento en la tienda. Un Buick y un auto más pequeño habían sido usado, aparentemente, durante el crimen. Stewart no tenía jurisdicción o causa probable para arrestar a Buda, y se fue. Descubriendo que Coacci había trabajado para ambas plantas robadas, regresó con la policía de Bridgewater pero Buda había desaparecido con sus posesiones y muebles, para aparecer más tarde en 1928 en Italia diciendo que había escapado de los Estados Unidos.
La policía organizó una redada en el garaje Johnson donde los autos estaban, diciéndole a los propietarios que los llamaran cuando alguien fuera a recoger un Oakland 1914. "Mike" Buda llegó con tres hombres, después identificados como Sacco y Vanzetti junto con otro hombre llamado Riccardo Orciani y realizando una llamada a la policía. Sin embargo, los hombres desaparecieron, sintiendo la trampa. Boda escapó en una motocicleta con Orciani mientras que los desafortunados Sacco y Vanzetti fueron seguidos en un tranvía y finalmente arrestados. Ambos tenían pistolas con ellos, junto con literatura anarquista y Vanzetti llevaba obuses, como los que se habían usado en el crimen. Sacco tenía una Colt automática calibre .32 como la del diagrama y Vanzetti un revolver calibre .38 que decía llevar por protección; la fiscalía dijo que era el arma que le habían quitado al guardia muerto. Era el 5 de mayo de 1920.
En intentos aparentes para evitar la deportación como anarquistas, le mintieron a la policía, esas mentiras saldrían a la luz más adelante durante su caso. Se ha especulado que Coacci estuvo en la escena del crimen, y por ello estaba ansioso de ser deportado y escapar al proceso judicial. Buda y el hombre desconocido desaparecieron, dejando a sus camaradas a sufrir. Vanzetti fue juzgado por el robo de South Bridgewater, Sacco logró demostrar con una tarjeta de entrada y salida que había estado en el trabajo todo el día. El juez fue Webster Thayer, quien criticó al jurado por declarar inocente a un anarquista llamado Sergei Zabraff en un juicio que había presidido dos meses antes. El abogado de Vanzetti fue James Vahey, un distinguido abogado jurista de Boston y dos veces candidato a gobernador de Massachusetts. Aunque Vahey y Vanzetti presentaron dieciséis testigos -italianos de Plymouth que aseguraron haberle comprado anguilas para la temporada navideña- como pescadero no tenía tarjeta de entrada y salida. Los jurados fueron convencidos por varios testigos que identificaron a Venzetti en la escena del intento de robo y por los obuses que portaba cuando fue arrestado cinco meses después del crimen de Bridgewater. Vanzetti estaba furioso con su abogado quien, según él, "me vendió por treinta monedas de oro como Judas vendió a Jesucristo". Vanzetti también dijo que su abogado lo había convencido de no testificar a su favor temiendo que sus políticas anarquistas condicionaran al jurado. Se piensa que la ausencia del testimonio de Vanzetti, contribuyó a convencer al jurado de su culpabilidad. Declarado culpable de un crimen que casi ningún historiador piensa que cometió, Vanzetti fue sentenciado por el Juez Thayer a cumplir de 12-15 años en la cárcel, la máxima sentencia permitida.
Stewart comenzó a sospechar y el 20 de abril visitó la residencia Coacci, encontrando a "Mike Boda" -alias de Mario Buda- rentando la casa. Argumentando que no le agradaba Coacci, dijo que la esposa del hombre también se había ido rápidamente. Buda admitió fácilmente que tenía una española automática calibre .32 cuando le preguntaron si tenía un arma, teniendo el diagrama de una Savage automática también -tal como la que se había usado en el robo y asesinato. El garaje vacío despertó interés, ya que gracias a las marcas de llantas se sabía que dos autos habían estado ahí. Buda dijo que tenía un Oakland 1914, y que estaba por el momento en la tienda. Un Buick y un auto más pequeño habían sido usado, aparentemente, durante el crimen. Stewart no tenía jurisdicción o causa probable para arrestar a Buda, y se fue. Descubriendo que Coacci había trabajado para ambas plantas robadas, regresó con la policía de Bridgewater pero Buda había desaparecido con sus posesiones y muebles, para aparecer más tarde en 1928 en Italia diciendo que había escapado de los Estados Unidos.
La policía organizó una redada en el garaje Johnson donde los autos estaban, diciéndole a los propietarios que los llamaran cuando alguien fuera a recoger un Oakland 1914. "Mike" Buda llegó con tres hombres, después identificados como Sacco y Vanzetti junto con otro hombre llamado Riccardo Orciani y realizando una llamada a la policía. Sin embargo, los hombres desaparecieron, sintiendo la trampa. Boda escapó en una motocicleta con Orciani mientras que los desafortunados Sacco y Vanzetti fueron seguidos en un tranvía y finalmente arrestados. Ambos tenían pistolas con ellos, junto con literatura anarquista y Vanzetti llevaba obuses, como los que se habían usado en el crimen. Sacco tenía una Colt automática calibre .32 como la del diagrama y Vanzetti un revolver calibre .38 que decía llevar por protección; la fiscalía dijo que era el arma que le habían quitado al guardia muerto. Era el 5 de mayo de 1920.
En intentos aparentes para evitar la deportación como anarquistas, le mintieron a la policía, esas mentiras saldrían a la luz más adelante durante su caso. Se ha especulado que Coacci estuvo en la escena del crimen, y por ello estaba ansioso de ser deportado y escapar al proceso judicial. Buda y el hombre desconocido desaparecieron, dejando a sus camaradas a sufrir. Vanzetti fue juzgado por el robo de South Bridgewater, Sacco logró demostrar con una tarjeta de entrada y salida que había estado en el trabajo todo el día. El juez fue Webster Thayer, quien criticó al jurado por declarar inocente a un anarquista llamado Sergei Zabraff en un juicio que había presidido dos meses antes. El abogado de Vanzetti fue James Vahey, un distinguido abogado jurista de Boston y dos veces candidato a gobernador de Massachusetts. Aunque Vahey y Vanzetti presentaron dieciséis testigos -italianos de Plymouth que aseguraron haberle comprado anguilas para la temporada navideña- como pescadero no tenía tarjeta de entrada y salida. Los jurados fueron convencidos por varios testigos que identificaron a Venzetti en la escena del intento de robo y por los obuses que portaba cuando fue arrestado cinco meses después del crimen de Bridgewater. Vanzetti estaba furioso con su abogado quien, según él, "me vendió por treinta monedas de oro como Judas vendió a Jesucristo". Vanzetti también dijo que su abogado lo había convencido de no testificar a su favor temiendo que sus políticas anarquistas condicionaran al jurado. Se piensa que la ausencia del testimonio de Vanzetti, contribuyó a convencer al jurado de su culpabilidad. Declarado culpable de un crimen que casi ningún historiador piensa que cometió, Vanzetti fue sentenciado por el Juez Thayer a cumplir de 12-15 años en la cárcel, la máxima sentencia permitida.
Más tarde Sacco y Vanzetti enfrentaron un juicio por homicidio en Dedham, Massachusetts por los asesinatos de South Braintreee, con Webster Thayer presidiendo de nuevo (Thayer pidió ser asignado al caso). Conscientes de la reputación de los Galleanistas de construir bombas de dinamita de extraordinario poder, las autoridades de Massachusetts tomaron medidas para defenderse de un posible ataque con bombas. Trabajadores cubrieron el tribunal de Dedham, donde el juicio tendría lugar, con placas aislantes de hierro (pintados de manera que combinaran con los de madera del resto del edificio) y pesadas puertas corredizas de acero que protegerían esa sección del tribunal en el evento de un ataque con bombas. Cada día del juicio, Sacco y Vanzetti eran escoltados dentro y fuera de la sala con una guardia fuertemente armada.
Vanzetti declaró de nuevo que había estado vendiendo pescados en el momento en que Braintree era robada. Sacco decía que había estado en Boston para obtener un nuevo pasaporte del Consulado Italiano. Según su versión, habría almorzado con algunos amigos en la parte norte de Boston, los cuales testificaron a su favor. Antes del juicio, el abogado de Sacco, Fred Moore, intentó por todos los medios contactar al empleado del consulado con el cual Sacco decía haber hablado en la tarde del crimen. Un amigo de Morre lo encontró en Italia. El empleado dijo que recordaba a Sacco por la inusualmente grande fotografía que presentó. El empleado también recordaba la fecha -- 15 de abril de 1920. El amigo de Moore intentó que el empleado regresara a Estados Unidos para testificar, pero él, estando enfermo, se rehusó. Lo que pudo haber sido una coartada por un empleado respetable fue reducido a un testimonio escrito que fue leído en voz alta en la corte y rápidamente cuestionado por la fiscalía, la cual argumentó que la visita de Sacco al consulado no podía establecerse con seguridad. También mencionaron que los compañeros con los que almorzó eran anarquistas.
Mucho del juicio se centró en evidencia material, notablemente balas, pistolas y una gorra. Los testigos de la fiscalía testificaron que la bala calibre .32 que había matado a Berardelli era de una marca tan obsoleta que las únicas balas similares que se podían localizar para hacer comparaciones eran aquellas en los bolsillos de Sacco. Sin embargo la evidencia balística, que fue presentada con exhaustivo detalle, era equívoca. Katzmann, después de prometer en un inicio que no intentaría relacionar ninguna bala fatal con el arma de Sacco, cambió de parecer después de que la defensa preparara pruebas de tiro con el arma. Sacco, asegurando no tener nada que ocultar, permitió que su arma fuera probada, con expertos de ambos lados presentes, durante la segunda semana del juicio. La fiscalía relacionó las balas disparadas por la pistola con aquellas tomadas de uno de los guardias asesinados. En la corte, dos expertos de la fiscalía juraron que una de las fatales balas, rápidamente llamada Bala III, coincidía con aquellas de la prueba. Dos expertos de la defensa dijeron que las balas no coincidían. Años más tarde, los abogados de la defensa sugerirían que la bala fatal había sido sustituida por la fiscalía. Haciendo notar que los testigos juraban que uno de los ladrones vaciaba su arma en Berardelli, preguntaron como es que sólo una de las cuatro balas encontradas en el fallecido podía venir del arma de Sacco.
Más dudas aún rodeaban al arma de Vanzetti. Ya que todas las balas encontradas en la escena eran calibre .32 y el arma de Vanzetti era calibre .38, no había evidencia directa que relacionara al arma de Vanzetti con la escena del crimen. La fiscalía argumentaba que había pertenecido originalmente al guardia asesinado y que había sido robada durante el robo. Nadie testificó ver a alguien tomar el arma, pero el guardia, quien llevaba $15,776.51 en efectivo en las calles, no tenía su arma cuando fue encontrado muerto. La fiscalía rastreó el arma hasta una zapatería en Boston donde el guardia la había tirado unas semanas antes del homicidio. La defensa fue capaz de generar dudas al demonstrar que en dicha zapatería nadie había recogido el arma y que la viuda del guardia le había dicho a un amigo que tal vez no hubiera sido asesinado si hubiera recuperado su arma. Sin embargo, el jurado creyó la versión de la fiscalía.
La pieza final de evidencia material de la fiscalía era una gorra que decían había pertenecido a Sacco. Sacco se probó la gorra en la corte y, de acuerdo a dos artistas de dos periódicos que publicaron cartones al siguiente día, era demasiado pequeña. Pero Katzmann insistió en que la gorra le quedaba a Sacco y continuó refiriéndose a ella como suya.
La controversia que siguió desacreditaba a los testigos de la fiscalía que identificaban a Sacco en la escena del crimen. Uno, una bibliotecaria llamada Mary Splaine, precisamente describía a Sacco como el hombre que vio disparando desde el auto en fuga. Sin embargo el interrogatorio de la defensa reveló que Splain se había negado a identificar a Sacco en el interrogatorio previo y que había visto al auto en fuga a media calle de distancia. Mientras que algunos otros señalaban a Sacco o a Vanzetti como los hombres que habían visto en la escena del crimen, muchos más testigos, tanto de la fiscalía como de la defensa se negaron a hacerlo.
Después de deliberar por sólo tres horas, después hacer una pausa para cenar, el jurado regresó con el veredicto de culpables. Las personas que apoyaban a Sacco y a Vanzetti insistían en que habían sido condenados por sus ideas anarquistas, sin embargo cada jurado aseguró que el anarquismo no había tenido un papel en la decisión. Asesinato en primer grado en Massachusetts era un crimen capital. Sacco y Vanzetti estaban destinados a la silla eléctrica a menos de que la defensa pudiera encontrar nueva evidencia.
Vanzetti declaró de nuevo que había estado vendiendo pescados en el momento en que Braintree era robada. Sacco decía que había estado en Boston para obtener un nuevo pasaporte del Consulado Italiano. Según su versión, habría almorzado con algunos amigos en la parte norte de Boston, los cuales testificaron a su favor. Antes del juicio, el abogado de Sacco, Fred Moore, intentó por todos los medios contactar al empleado del consulado con el cual Sacco decía haber hablado en la tarde del crimen. Un amigo de Morre lo encontró en Italia. El empleado dijo que recordaba a Sacco por la inusualmente grande fotografía que presentó. El empleado también recordaba la fecha -- 15 de abril de 1920. El amigo de Moore intentó que el empleado regresara a Estados Unidos para testificar, pero él, estando enfermo, se rehusó. Lo que pudo haber sido una coartada por un empleado respetable fue reducido a un testimonio escrito que fue leído en voz alta en la corte y rápidamente cuestionado por la fiscalía, la cual argumentó que la visita de Sacco al consulado no podía establecerse con seguridad. También mencionaron que los compañeros con los que almorzó eran anarquistas.
Mucho del juicio se centró en evidencia material, notablemente balas, pistolas y una gorra. Los testigos de la fiscalía testificaron que la bala calibre .32 que había matado a Berardelli era de una marca tan obsoleta que las únicas balas similares que se podían localizar para hacer comparaciones eran aquellas en los bolsillos de Sacco. Sin embargo la evidencia balística, que fue presentada con exhaustivo detalle, era equívoca. Katzmann, después de prometer en un inicio que no intentaría relacionar ninguna bala fatal con el arma de Sacco, cambió de parecer después de que la defensa preparara pruebas de tiro con el arma. Sacco, asegurando no tener nada que ocultar, permitió que su arma fuera probada, con expertos de ambos lados presentes, durante la segunda semana del juicio. La fiscalía relacionó las balas disparadas por la pistola con aquellas tomadas de uno de los guardias asesinados. En la corte, dos expertos de la fiscalía juraron que una de las fatales balas, rápidamente llamada Bala III, coincidía con aquellas de la prueba. Dos expertos de la defensa dijeron que las balas no coincidían. Años más tarde, los abogados de la defensa sugerirían que la bala fatal había sido sustituida por la fiscalía. Haciendo notar que los testigos juraban que uno de los ladrones vaciaba su arma en Berardelli, preguntaron como es que sólo una de las cuatro balas encontradas en el fallecido podía venir del arma de Sacco.
Más dudas aún rodeaban al arma de Vanzetti. Ya que todas las balas encontradas en la escena eran calibre .32 y el arma de Vanzetti era calibre .38, no había evidencia directa que relacionara al arma de Vanzetti con la escena del crimen. La fiscalía argumentaba que había pertenecido originalmente al guardia asesinado y que había sido robada durante el robo. Nadie testificó ver a alguien tomar el arma, pero el guardia, quien llevaba $15,776.51 en efectivo en las calles, no tenía su arma cuando fue encontrado muerto. La fiscalía rastreó el arma hasta una zapatería en Boston donde el guardia la había tirado unas semanas antes del homicidio. La defensa fue capaz de generar dudas al demonstrar que en dicha zapatería nadie había recogido el arma y que la viuda del guardia le había dicho a un amigo que tal vez no hubiera sido asesinado si hubiera recuperado su arma. Sin embargo, el jurado creyó la versión de la fiscalía.
La pieza final de evidencia material de la fiscalía era una gorra que decían había pertenecido a Sacco. Sacco se probó la gorra en la corte y, de acuerdo a dos artistas de dos periódicos que publicaron cartones al siguiente día, era demasiado pequeña. Pero Katzmann insistió en que la gorra le quedaba a Sacco y continuó refiriéndose a ella como suya.
La controversia que siguió desacreditaba a los testigos de la fiscalía que identificaban a Sacco en la escena del crimen. Uno, una bibliotecaria llamada Mary Splaine, precisamente describía a Sacco como el hombre que vio disparando desde el auto en fuga. Sin embargo el interrogatorio de la defensa reveló que Splain se había negado a identificar a Sacco en el interrogatorio previo y que había visto al auto en fuga a media calle de distancia. Mientras que algunos otros señalaban a Sacco o a Vanzetti como los hombres que habían visto en la escena del crimen, muchos más testigos, tanto de la fiscalía como de la defensa se negaron a hacerlo.
Después de deliberar por sólo tres horas, después hacer una pausa para cenar, el jurado regresó con el veredicto de culpables. Las personas que apoyaban a Sacco y a Vanzetti insistían en que habían sido condenados por sus ideas anarquistas, sin embargo cada jurado aseguró que el anarquismo no había tenido un papel en la decisión. Asesinato en primer grado en Massachusetts era un crimen capital. Sacco y Vanzetti estaban destinados a la silla eléctrica a menos de que la defensa pudiera encontrar nueva evidencia.
Apelaciones, protestas y negaciones continuaron por los siguientes seis años. Mientras la fiscalía defendía el veredicto, la defensa, guiada por el abogado radical Fred Moore, revelaba muchas razones para dudar. Tres testigos clave de la fiscalía admitieron haber sido coercionados para identificar a Sacco en la escena del crimen. Pero cuando fueron confrontados con el fiscal Katzman, cada uno cambió de nuevo su historia, negando cualquier coerción. En 1924, la controversia continuó cuando se descubrió que alguien había cambiado en barril del arma de Sacco por el de otra Colt automática usada para la comparación.[18] Otras apelaciones se centraban en el líder del jurado y en el experto en balística de la fiscalía. En 1923, la defensa interpuso un acta notarial de un amigo del líder del jurado en la que juraba que antes del juicio, el hombre había dicho de Sacco y Vanzetti, "Maltidos sean, ¡deberían ahorcarlos de cualquier manera!" El mismo año, un capitán de policía del estado se retractó de su testimonio en el juicio que relacionaba el arma de Sacco a la bala fatal. El Capitán William Proctor dijo que nunca intentó implicar la conexión y que en repetidas ocasiones le dijo a Katzmann que no existía tal conexión pero que la fiscalía había dirigido el interrogatorio del juicio de manera que ocultaba su opinión.
Aumentando la creciente convicción de que Sacco y Vanzetti merecían un nuevo juicio estaba la conducta del juez Webster Thayer. Durante el juicio, muchos habían notado que Thayer parecía despreciar al abogado de la defensa Fred Moore. Thayer frecuentemente le negaba las mociones de Moore, diciéndole al abogado californiano como es que se aplicaba la ley en Massachusetts. En al menos dos ocasiones en corte, Thayer explotó contra él. Una vez le dijo a los sorprendidos periodistas que "¡Ningún anarquista de pelo largo de California llevaría la corte!" De acuerdo a testigos que más tarde firmaron actas notariadas, Thayer también reprendió a miembros de sus exclusivos clubes, llamado a Sacco y a Vanzetti "¡Bolsheviki!" y diciendo que "los castigaría bien y propiamente". Siguiendo el veredicto, el reportero del Boston Globe, Frank Sibley, que había cubierto el juicio, escribió una protesta al fiscal general de Massachusetts condenando el favoritismo de Thayer. En 1924, después de haber negado las cinco peticiones por un nuevo juicio, Thayer confrontó a un abogado de Massachusetts en su alma mater, Dartmouth. "¿Vio lo que hice con esos bastardos anarquistas el otro día?" dijo el juez. "¡Creo que eso los detendrá un poco! ¡Que vayan a la Corte Suprema ahora y que vean lo que les pueden sacar!" El arranque permaneció en secreto hasta 1927 cuando su publicación aumentó la sospecha de que Sacco y Vanzetti no habían recibido un juicio justo.
Por su parte, Sacco y Vanzetti parecían a momentos desafiantes o desesperados. En la edición de Protesta Umana de junio de 1926 se publicada por su Comité de Defensa, llevaba un artículo firmado por Sacco y Vanzetti en el que apelaban por represalias por parte de sus colegas. En una referencia al manual de fabricación de bombas de Luigi Galleani (titulado La Salute è in voi!), el artículo concluía: Recuerden, La Salute è in voi!. Sin embargo, ambos, Sacco y Vanzetti escribieron docenas de cartas expresando su sincera inocencia. Sacco, en su rara prosa, y Vanzetti en su elocuente pero minado inglés, insistían en que habían sido entrampados porque eran anarquistas. Seguidores, historiadores y otros que siguen convencidos de su inocencia, señalas a estas cartas como prueba. Cuando las cartas fueron publicadas después de sus ejecuciones, el periodista Walter Lippman escribió: "Si Sacco y Vanzetti era bandidos profesionales, entonces los historiadores y biógrafos que intenten deducir su carácter de documentos personal podrían de una vez evitarlo. A través de cada prueba que conozco para juzgar el carácter, estas son cartas de hombres inocentes".
Ni Sacco ni Vanzetti tenían antecedentes penales, pero que eran conocidos por las autoridades como militantes radicales y adherentes de Luigi Galleani quien se había visto envuelto en el movimiento anarquista, huelgas, agitación política, y propaganda contra la guerra. Sacco y Vanzetti clamaban ser víctimas del prejuicio social y político y ambos decían ser sentenciados injustamente por el crimen del cual se les acusaba. Sin embargo, no intentaron distanciarse de sus compañeros anarquistas ni de su creencia en la violencia como un arma legítima contra el gobierno. Como Vanzetti dijo en su último discurso al Juez Webster Thayer:
Aumentando la creciente convicción de que Sacco y Vanzetti merecían un nuevo juicio estaba la conducta del juez Webster Thayer. Durante el juicio, muchos habían notado que Thayer parecía despreciar al abogado de la defensa Fred Moore. Thayer frecuentemente le negaba las mociones de Moore, diciéndole al abogado californiano como es que se aplicaba la ley en Massachusetts. En al menos dos ocasiones en corte, Thayer explotó contra él. Una vez le dijo a los sorprendidos periodistas que "¡Ningún anarquista de pelo largo de California llevaría la corte!" De acuerdo a testigos que más tarde firmaron actas notariadas, Thayer también reprendió a miembros de sus exclusivos clubes, llamado a Sacco y a Vanzetti "¡Bolsheviki!" y diciendo que "los castigaría bien y propiamente". Siguiendo el veredicto, el reportero del Boston Globe, Frank Sibley, que había cubierto el juicio, escribió una protesta al fiscal general de Massachusetts condenando el favoritismo de Thayer. En 1924, después de haber negado las cinco peticiones por un nuevo juicio, Thayer confrontó a un abogado de Massachusetts en su alma mater, Dartmouth. "¿Vio lo que hice con esos bastardos anarquistas el otro día?" dijo el juez. "¡Creo que eso los detendrá un poco! ¡Que vayan a la Corte Suprema ahora y que vean lo que les pueden sacar!" El arranque permaneció en secreto hasta 1927 cuando su publicación aumentó la sospecha de que Sacco y Vanzetti no habían recibido un juicio justo.
Por su parte, Sacco y Vanzetti parecían a momentos desafiantes o desesperados. En la edición de Protesta Umana de junio de 1926 se publicada por su Comité de Defensa, llevaba un artículo firmado por Sacco y Vanzetti en el que apelaban por represalias por parte de sus colegas. En una referencia al manual de fabricación de bombas de Luigi Galleani (titulado La Salute è in voi!), el artículo concluía: Recuerden, La Salute è in voi!. Sin embargo, ambos, Sacco y Vanzetti escribieron docenas de cartas expresando su sincera inocencia. Sacco, en su rara prosa, y Vanzetti en su elocuente pero minado inglés, insistían en que habían sido entrampados porque eran anarquistas. Seguidores, historiadores y otros que siguen convencidos de su inocencia, señalas a estas cartas como prueba. Cuando las cartas fueron publicadas después de sus ejecuciones, el periodista Walter Lippman escribió: "Si Sacco y Vanzetti era bandidos profesionales, entonces los historiadores y biógrafos que intenten deducir su carácter de documentos personal podrían de una vez evitarlo. A través de cada prueba que conozco para juzgar el carácter, estas son cartas de hombres inocentes".
Ni Sacco ni Vanzetti tenían antecedentes penales, pero que eran conocidos por las autoridades como militantes radicales y adherentes de Luigi Galleani quien se había visto envuelto en el movimiento anarquista, huelgas, agitación política, y propaganda contra la guerra. Sacco y Vanzetti clamaban ser víctimas del prejuicio social y político y ambos decían ser sentenciados injustamente por el crimen del cual se les acusaba. Sin embargo, no intentaron distanciarse de sus compañeros anarquistas ni de su creencia en la violencia como un arma legítima contra el gobierno. Como Vanzetti dijo en su último discurso al Juez Webster Thayer:
"No le desearía a un perro o a una serpiente, a la criatura más baja y desafortunada de la tierra — no le desearía a ninguno de ellos lo que he sufrido por cosas de las que no soy culpable. Pero mi convicción es que he sufrido por cosas de las que soy culpable. Estoy sufriendo porque soy un radical, y sí soy un radical; he sufrido porque soy italiano, y sí soy italiano... Si me pudieran ejecutar dos veces, y si pudiera renacer dos veces, viviría de nuevo todo lo que ya he vivido". (Vanzetti habló el 19 de abril de 1927, en Dedham, Massachusetts, donde su caso estaba siendo llevado en el tribunal del Condado de Norfolk, Massachusetts
Muchos socialistas intelectuales, incluyendo Dorothy Parker, Edna St. Vincent Millay, Bertrand Russell, John Dos Passos, Upton Sinclair, George Bernard Shaw y H. G. Wells, hicieron campaña por un nuevo juicio, pero no fueron exitosos. El afamado abogado y futuro Juez de la Corte Suprema, Felix Frankfurter también abogó por un nuevo juicio para ambos hombres, escribiendo una fuerte crítica del juez Thayer la cual, cuando publicada en el Atlantic Monthly en 1927, fue ampliamente reída.
Mientras, en la prision de Dedham, Sacco conoció a un convicto portugués llamado Celestino Madeiros. Más tarde, en 1925, Madeiros dijo haber cometido el crimen del cual Sacco era acusado. Madeiros, cuya vaga confesión contenía muchas anomalías, llevó a los abogados de la defensa a una banda que muchos piensan cometieron los asesinatos de Braintree. Antes de abril de 1920, el líder de una banda, Joe Morelli y sus hombres habían robado zapatos de algunas fábricas en Massachusetts, incluyendo las dos en Braintree donde los asesinatos ocurrieron. Morelli, descubrieron los investigadores, tenía un asombroso parecido con Sacco, tan asombroso que muchos testigos de ambas partes identificaron erróneamente su foto como la foto de Sacco. Cuando fue interrogado en 1925, Morelli negó cualquier involucramiento pero seis años después, se dice que se lo confesó a un abogado de Nueva York. Y en 1973, apareció más evidencia contra la banda de Morelli cuando las memorias de un gángster citó al hermano de Joe como el culpable en los asesinatos de Braintree. Sin embargo, la apelación para un nuevo juicio basado en la confesión de Madeiros fue negada por el Juez Thayer. Las siguientes apelaciones de a la Suprema Corte Judicial de Massachusetts también fueron negadas.
El 8 de abril de 1927, sus apelaciones agotadas, Sacco y Vanzetti fueron finalmente sentenciados a muerte en la silla eléctrica. Una protesta mundial surgió y el Gobernador Alvin T. Fuller finalmente accedió a posponer las ejecuciones y a establecer un comité para reconsiderar el caso. Para entonces, la examinación de armas había mejorado considerablemente, y se sabía que una pistola automática podían ser relacionadas por diferentes métodos si ambas, balas y arma, eran recuperadas de la escena (como en el caso de Sacco). Las pistolas automáticas podían ser relacionadas por marcas únicas en la bala, por las marcas de disparo en el arma, o por marcas únicas del inyector y el extractor en el casquillo . El comité formado para revisar el caso usó los servicios de Calvin Goddard en 1927, quien había trabajado con Charles Waite en la Oficina de Balística Forense en Nueva York. Goddard era un genuino experto en armas, entrenado en balística y ciencia forense.
Goddard uso el recientemente inventado método de Philip Gravelle para la comparación por microscopio y helixómetro, para inspeccionar los barriles, y examinar la Colt 0.32 de Sacco, la bala que mando a Berardello y los casquillos recuperados de la escena del crimen. En presencia de expertos de la defensa, disparó una bala del arma de Sacco a una madeja de algodón y después puso el casquillo en el microscopio de comparación junto a los casquillos encontrados en la escena. Más adelante, las analizó cuidadosamente. Los primeros dos casquillos del robo no coincidieron con la pistola de Sacco, pero la tercera sí. Incluso el experto de la defensa afirmó que dos cartuchos habían sido disparados por la misma pistola. El segundo experto original de la defensa también confirmó esto. Otros testigos de las pruebas, incluyendo el asistente del abogado de Sacco, Herbert Ehrmann y un reportero del Boston Herald no estaban convencidos. Tampoco lo estaba el nuevo líder de los abogados, William Thompson, quien consideró que el arma de Sacco estaba "tan alterado por el desuso y el tiempo que dejaban a los experimentos totalmente sin valor". Después de las pruebas, Thompson invitó al Gobernador Goddard a sus oficinas donde el experto admitió que había considerado a Sacco culpable aún antes de llegar a Dedham, y había aceptado el caso principalmente para atraer más trabajo de balística. Goddard no opinó sobre si la "Bala III" había sido sustituida pero concordó con Thompson en que las marcas eran diferentes de aquellas en las otras balas. Muchos críticos modernos que sostienen que Sacco, por lo menos, era culpable, citan las pruebas de Goddard. Puede ser que Sacco fuera quien mató al hombre en el robo, asumiendo que sus camaradas y él lo cometieran. Sin embargo, eso no hubiera protegido a ninguno de ellos, porque aún hubiera sido un asesinato con robo si es que hubieran estado envueltos en el robo previo. Otros que insisten en su inocencia notan las dudas que Thompson tenía.
Mientras, en la prision de Dedham, Sacco conoció a un convicto portugués llamado Celestino Madeiros. Más tarde, en 1925, Madeiros dijo haber cometido el crimen del cual Sacco era acusado. Madeiros, cuya vaga confesión contenía muchas anomalías, llevó a los abogados de la defensa a una banda que muchos piensan cometieron los asesinatos de Braintree. Antes de abril de 1920, el líder de una banda, Joe Morelli y sus hombres habían robado zapatos de algunas fábricas en Massachusetts, incluyendo las dos en Braintree donde los asesinatos ocurrieron. Morelli, descubrieron los investigadores, tenía un asombroso parecido con Sacco, tan asombroso que muchos testigos de ambas partes identificaron erróneamente su foto como la foto de Sacco. Cuando fue interrogado en 1925, Morelli negó cualquier involucramiento pero seis años después, se dice que se lo confesó a un abogado de Nueva York. Y en 1973, apareció más evidencia contra la banda de Morelli cuando las memorias de un gángster citó al hermano de Joe como el culpable en los asesinatos de Braintree. Sin embargo, la apelación para un nuevo juicio basado en la confesión de Madeiros fue negada por el Juez Thayer. Las siguientes apelaciones de a la Suprema Corte Judicial de Massachusetts también fueron negadas.
El 8 de abril de 1927, sus apelaciones agotadas, Sacco y Vanzetti fueron finalmente sentenciados a muerte en la silla eléctrica. Una protesta mundial surgió y el Gobernador Alvin T. Fuller finalmente accedió a posponer las ejecuciones y a establecer un comité para reconsiderar el caso. Para entonces, la examinación de armas había mejorado considerablemente, y se sabía que una pistola automática podían ser relacionadas por diferentes métodos si ambas, balas y arma, eran recuperadas de la escena (como en el caso de Sacco). Las pistolas automáticas podían ser relacionadas por marcas únicas en la bala, por las marcas de disparo en el arma, o por marcas únicas del inyector y el extractor en el casquillo . El comité formado para revisar el caso usó los servicios de Calvin Goddard en 1927, quien había trabajado con Charles Waite en la Oficina de Balística Forense en Nueva York. Goddard era un genuino experto en armas, entrenado en balística y ciencia forense.
Goddard uso el recientemente inventado método de Philip Gravelle para la comparación por microscopio y helixómetro, para inspeccionar los barriles, y examinar la Colt 0.32 de Sacco, la bala que mando a Berardello y los casquillos recuperados de la escena del crimen. En presencia de expertos de la defensa, disparó una bala del arma de Sacco a una madeja de algodón y después puso el casquillo en el microscopio de comparación junto a los casquillos encontrados en la escena. Más adelante, las analizó cuidadosamente. Los primeros dos casquillos del robo no coincidieron con la pistola de Sacco, pero la tercera sí. Incluso el experto de la defensa afirmó que dos cartuchos habían sido disparados por la misma pistola. El segundo experto original de la defensa también confirmó esto. Otros testigos de las pruebas, incluyendo el asistente del abogado de Sacco, Herbert Ehrmann y un reportero del Boston Herald no estaban convencidos. Tampoco lo estaba el nuevo líder de los abogados, William Thompson, quien consideró que el arma de Sacco estaba "tan alterado por el desuso y el tiempo que dejaban a los experimentos totalmente sin valor". Después de las pruebas, Thompson invitó al Gobernador Goddard a sus oficinas donde el experto admitió que había considerado a Sacco culpable aún antes de llegar a Dedham, y había aceptado el caso principalmente para atraer más trabajo de balística. Goddard no opinó sobre si la "Bala III" había sido sustituida pero concordó con Thompson en que las marcas eran diferentes de aquellas en las otras balas. Muchos críticos modernos que sostienen que Sacco, por lo menos, era culpable, citan las pruebas de Goddard. Puede ser que Sacco fuera quien mató al hombre en el robo, asumiendo que sus camaradas y él lo cometieran. Sin embargo, eso no hubiera protegido a ninguno de ellos, porque aún hubiera sido un asesinato con robo si es que hubieran estado envueltos en el robo previo. Otros que insisten en su inocencia notan las dudas que Thompson tenía.
A pesar de grandes protestas y huelgas en todo el mundo, Celestino Madeiros, Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti fueron ejectudos en la silla eléctrica el 23 de agosto de 1927. La ejecución provocó disturbios en Londres y Alemania. La Embajada de los Estados Unidos en París fue rodeada por manifestantes y la fachada del Moulin Rouge fue dañada. Ambos Sacco y Vanzetti se negaron a recibir a un sacerdote pero se dirigieron tranquila y orgullosamente a sus muertes. Las palabras finales de Sacco fueron "Viva la anarquía!" y "Adiós, mia madre". Vanzetti, en sus últimos momentos, amablemente agradeció a los guardas con un apretón de manos por su amable trato, leyó una declaración proclamando su inocencia y finalmente dijo, "Deseo perdonar a algunas personas por lo que me están haciendo ahora a mi".
Compañeros Galleanistas no tomaron la noticia de las ejecuciones con ecuanimidad. Uno o más seguidores de Galleani, especialmente Mario Buda, eran sospechosos de ser los perpetradores del infame y mortal atentado de Wall Street de 1920 después de que los dos hombres fueron inicialmente apresados. En el funeral de la calle Hanover, una corona anunciaba Aspettando l'ora di vendetta (Esperando la hora de la venganza). En 1921, una granada enviada al embajador estadounidense en París explotó, hiriendo a su valet. Otras bombas fueron enviadas a las embajadas de Estados Unidos fueron interceptadas. En 1926, la casa de Samuel Johnson, el hermano del hombre que había llamado a la policía la noche del arresto de Sacco y Vanzetti (Simon Johnson), fue destruida por una bomba.
Siguiendo la sentencia de Sacco y Vanzetti en 1927, un paquete bomba dirigido al Gobernador Fuller fue interceptado en la oficina postal de Boston. Tres meses más tarde, explotaron bombas en el metro de Nueva York, en una iglesia de Philadelphia y en el hogar del Alcalde de Baltimore. Uno de los jurados en el juicio de Dedham perdió su casa en una explosión a la media noche. Menos de una año después de las ejecuciones, una bomba destruyó el frente del hogar del ejecutor Robert Elliott. Aún en 1932, el Juez Thayer fue víctima de un intento de asesinato cuando su hogar fue destruido en una explosión. Después del atentado, Thayer vivió permanentemente en su club en Boston, protegido las 24 horas del día hasta su muerte.
Compañeros Galleanistas no tomaron la noticia de las ejecuciones con ecuanimidad. Uno o más seguidores de Galleani, especialmente Mario Buda, eran sospechosos de ser los perpetradores del infame y mortal atentado de Wall Street de 1920 después de que los dos hombres fueron inicialmente apresados. En el funeral de la calle Hanover, una corona anunciaba Aspettando l'ora di vendetta (Esperando la hora de la venganza). En 1921, una granada enviada al embajador estadounidense en París explotó, hiriendo a su valet. Otras bombas fueron enviadas a las embajadas de Estados Unidos fueron interceptadas. En 1926, la casa de Samuel Johnson, el hermano del hombre que había llamado a la policía la noche del arresto de Sacco y Vanzetti (Simon Johnson), fue destruida por una bomba.
Siguiendo la sentencia de Sacco y Vanzetti en 1927, un paquete bomba dirigido al Gobernador Fuller fue interceptado en la oficina postal de Boston. Tres meses más tarde, explotaron bombas en el metro de Nueva York, en una iglesia de Philadelphia y en el hogar del Alcalde de Baltimore. Uno de los jurados en el juicio de Dedham perdió su casa en una explosión a la media noche. Menos de una año después de las ejecuciones, una bomba destruyó el frente del hogar del ejecutor Robert Elliott. Aún en 1932, el Juez Thayer fue víctima de un intento de asesinato cuando su hogar fue destruido en una explosión. Después del atentado, Thayer vivió permanentemente en su club en Boston, protegido las 24 horas del día hasta su muerte.
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