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viernes, 31 de julio de 2009

Miguel Arcángel Roscigna

Miguel Arcángel Roscigna fue un herrero de obra y anarquista, “el más inteligente y más aceptado de los anarquistas expropiadores”.

Nació en Buenos Aires, Argentina en el núcleo de una familia de inmigrantes llegada en 1887. Se comenzó a interesar en las ideas anarquistas en 1909, tras la muerte de coronel Falcón, asesinado por el anarquista Simón Radowitzky, que fue apresado en la cárcel de Ushuaia.

En 1924, Miguel decide preparar la fuga de Simón Radowitzky. Para ello se emplea como carcelero y se queda de “perro” en Ushuaia. El plan fracasa ya que en Buenos Aires, en una asamblea obrera, los socialistas y sindicalistas lo denuncian. Es inmediatamente cesanteado y expulsado del penal por la policía. Antes de abandonar el lugar y para que todo no halla sido en vano, Roscigna incendia la casa del Director del Penal. Después será quién organice la primera fuga del panadero Ramón Silveyra, condenado a 20 años de prisión.

En 1924 llegan a América los anarquistas españoles Buenaventura Durruti (quien once años después se convertirá en el guía indiscutido de los anarquistas en la Guerra Civil Española), Francisco Ascaso, Alejandro Ascaso y Gregorio Jover. Recorrían América en busca de fondos destinados a financiar el derrocamiento de la monarquía española. De norte a sur asaltan y realizan atentados en México, Cuba, Perú y Chile, desde allí viajan por tren hacia Buenos Aires. En Buenos Aires, realizan 2 asaltos (La estación Las Heras y la estación de subterráneos Primera Junta en Caballito) los cuales fracasan y finalizan con un policía muerto. Para el tercer atraco encuentran colaboradores, Andrés Vazques Paredes, Miguel Arcángel Roscigna y Emilio Uriondo, con ellos asaltan el Banco San Martín.

Relato del Diario La Prensa:El 19 de enero de 1926, siete desconocidos (cuatro de ellos con antifaces) bajan de un doble faetón en la esquina de Buenos Aires y Belgrano, a dos cuadras de la comisaría. Cuatro se introducen en el Banco San Martín, y los otros tres, con armas largas, se apostan en la entrada principal. Los que han entrado trabajan rápidamente. Sortean los mostradores, revisan los cajones de los pagadores y van juntando todo el dinero que encuentran. Recolectan $64.085. Los empleados bancarios obedecen cuando una voz grita: ¡Al que se mueve… cuatro tiros! Pero dos de los bancarios, que se han tirado tras el mostrador tratan de salir gateando por una puerta trasera. Uno de los enmascarados los ve y sin dudar un instante los balea, matando a un empleado e hiriendo a otro. Con el dinero obtenido, escapan del automóvil. Los persiguen pero cubren su retirada a balazos.

Cinco meses después informan que la policía francesa había desbaratado un atentado anarquista contra la vida de Alfonso XIII, rey de España. Durante la visita que éste realizaba a Francia. Eran los tres anarquistas españoles, los cuales fueron detenidos en París. Con gran éxito, se inicia una campaña formidable por Ascaso, Durruti y Jover. Finalmente son puestos en libertad y expulsados a Bélgica. Durruti y sus compañeros continuarán su lucha en otras tierras.

En 1927 los anarquistas vuelven locos a todos aquellos que tienen algo de norteamericano, por el asunto de Sacco y Vanzetti, los atentados se suceden unos a otros, la policía cree que el inspirador de toda la campaña es el italiano Severino Di Giovanni, pero no dejan de sospechar de Roscigna.

El 24 de julio lo detienen en su casa, ya saben que no le van a poder probar nada, pero han recibido informes de la policía uruguaya de que Roscigna junto a Emilio Uriondo son los que pusieron la bomba a la legación de Estados Unidos en el Uruguay y los que prepararon un artefacto explosivo dentro de un libro, para enviárselo al director de la cárcel de Ushuaia. A Roscigna lo tienen varios días en Orden Social, pero lo único que logran sacarle son mentiras: dice con cara de inocente que ha abandonado las ideas anarquistas, que ahora se dedica a la avicultura.De todas maneras la justicia pone lo pone en libertad por falta de pruebas. El subcomisario Buzzo le dice claramente: "tenes tres posibilidades: ir a criar gallinas a la Quiaca, meterte en un seminario y estudiar de cura o directamente suicidarte, así nos ahorras el trabajo, por que la próxima vez que te encontremos en alguna calle de Buenos Aires te baleamos, te ponemos una pistola en la mano y te caratulamos resistencia a la autoridad".Pero Roscigna tiene otras preocupaciones: el problema de la atención de los presos anarquistas es un desastre, no hay plata que alcance, hasta se ha tenido que suspender por falta de fondos la vianda diaria. Por otra parte Roscigna no se conforma con la parte pasiva de ayudar a los que están encarcelados, sino que lo seduce la liberación de los compañeros presos.

Roscigna quiere preparar algo que valga la pena y sin mucho ruido, para ello cuenta con su incondicional amigo Andrés Vázquez Paredes, un español decidido, de ideas claras, inteligente,
experto en la fabricación de bombas, que ha sufrido cárcel por los atentados de 1921 en la campaña pro Radowitzky, él mismo fue quien facilito la bomba al anarquista alemán Kurt Gustav Wilckens con que mato al teniente coronel Varela. Pero le faltaba un hombre: Emilio Uriondo, es un convencido de que a la teoría hay que acompañarla con la acción, porque si no, no sirve para nada. Este hombre es el que le falta a Roscigna para dar el golpe deseado, pero esta preso.

Debe buscar a otros hombres de acción, se decide entonces por los hermanos Moretti, dos hombres no muy claros en sus ideas pero que se han jugado más de una vez. Roscigna tiene a sus hombres Andres Vázquez Paredes, Vicente Moretti y Antonio Moretti.

Asalto A Hospital Rawson: El 1 de octubre de 1927 a la entrada del Hospital Rawson, están los tres anarquistas con vendajes en la cabeza, y otro espera a unos metros en un auto, Roscigna sabe que el asunto va a ser difícil, sabe que el policía que custodia al pagador tiene muy buena puntería; ha sido nada menos que campeón de tiro. Cuando llega el auto con el pagador, este baja con la maleta en la mano acompañado por el policía, los tres vendados se les acercan y les apuntan con pistolas. Todo luego es rápido y desgraciado, el pagador suelta la maleta, uno de los anarquistas la toma y corre hacia el auto, los otros dos hacen lo mismo, pero uno de ellos al darse la vuelta nota que el policía ha sacado la pistola, el movimiento instintivo le gana de mano y en puntería: mientras corre se ve desdibujado como el policía cae.

El botín ha sido muy bueno 141.000 pesos, pero antes de pensar qué se va a hacer con esa cantidad es necesario huir. Roscigna comprende que ha llegado el momento de dejar Buenos Aires y decide trasladarse al Uruguay, para eso recurre a Bustos Duarte, un lanchero de Tigre, incondicional de los anarquistas.

Bustos Duarte está dispuesto. Con él viajaran-en el bote "E pur se muove" Roscigna y los hermanos Moretti. Vazquez Paredes tomará otro rumbo. Dejarán el auto en un garaje de San Fernando que les recomienda otro vecino de Tigre, a quien todos conocen como el "Bebe" Castro. Los tres prófugos cruzan el Delta y pasan la noche en un rancho del don Hilario Castro-padre del "Bebe", pero el dueño del garaje trabaja a dos puntas, luego de cobrarle sus buenos pesos para darle refugio al auto, hace la confidencia a la policía. Éstos van al garaje descubren el auto, detienen al "Bebe" Castro y se dirigen a la casa del lanchero Bustos Duarte, éste no está pero si su esposa, quien sorprendida responde todo lo que le pregunta la policía; reconoce a Roscigna y a los Moretti por fotografía, los mismo que a Andrés Vázquez Paredes, agregando que éste no viajo en el bote con su esposo. Para la policía esta todo esclarecido y solicitan ayuda a las autoridades uruguayas. Se movilizan por todos los medios disponibles para la captura de los autores del asalto al Rawson.

Mientras tanto Roscigna y los Moretti huyen en automóvil y a caballo. Llegan a Montevideo, se dirigen caminando hacia una peluquería donde se hacen afeitar y se pierden en las calles de ese barrio obrero, donde viven muchos ácratas.

Roscigna con el dinero además de emplearlo para tareas de solidaridad con su causa, financiara falsificación de dinero argentino. Creía firmemente que con el dinero falso se podía derrotar a la burguesía.

Roscigna participa en febrero de 1929 en el asalto a los establecimientos Kloeckner y en octubre de 1930, en plena represión uriburista, junto con Severino Di Giovanni, en el atraco al pagador de Obras Sanitarias, en Palermo. El botín, nada menos que 286.000 pesos, es empleado en un 70 por ciento para la ayuda de compañeros presos, gran parte de lo cual llevan Miguel Arcángel Roscigna y José Manuel “el capitán” Paz a Montevideo para financiar una obra para liberar a Antonio Moretti, los catalanes y otros anarquistas presos.

En agosto de 1929, una familia italiana se instala frente a la cárcel de Punta Carretas, el nuevo vecino se llama Gino Gatti, y se instala con un comercio carbonería, exhibiendo el anuncio: “Carbonería El Buen Trato: venta de carbón, de leña y de piedra”. Desde entonces se gana la simpatía de los vecinos. Pero en la primera semana de marzo de 1931, a pesar de que los negocios marchan bien, el matrimonio decide marcharse a Buenos Aires.

Pasan los días y precisamente el 18 de marzo por la tarde, un guardiacárcel de la prisión de Punta Carretas observa atentamente a los reclusos que gozan de su corto recreo diario en el patio. Tiene la sensación de que algo extraño está ocurriendo pero no puede decir qué es. Se le ha dado la instrucción precisa de que vigile expresamente al alemán Erwin Polke, pero éste está jugando allí, en el medio del patio, al ajedrez. Minutos después se oyen gritos exteriores, pitadas y sirenas. Los gritos parten de vecinos de la carbonería “El buen trato”. Es que han visto salir a unos cuantos desconocidos por los fondos y han creído que se trata de ladrones que están desvalijando la ex carbonería de Gatti. Se agolpan enseguida policías y guardiacárceles y rodean el terreno. Es cuando aparecen dos nuevos desconocidos por la puerta del fondo, y al verse rodeados, tratan de meterse nuevo en el local. Pero ya es tarde. Los aprehenden y cuál no es la sorpresa de los guardiacárceles presentes al reconocer que se trata de 2 penados de Punta Carretas, uno de ellos Aurelio Rom, anarquista, cuñado de Antonio Moretti.Al entrar al local, la policía se encuentra con algo inusitado: un profundo pozo perfectamente iluminado que pareciera ir al centro de la tierra, un cuadrado de dos por dos apuntalado con maderas. Se baja con una escalerilla hasta cuatro metros de profundidad. De allí comienza un túnel de 50 metros de largo, “es una obra técnicamente perfecta”, dirán luego los ingenieros de la policía; está realizado en forma de una bóveda y tiene iluminación eléctrica al igual que caños para su ventilación.Los realizadores del túnel son además de Gino Gatti (a quién desde entonces se lo apodará el ingeniero), Miguel Arcángel Roscigna, Andrés Vázques Paredes, el “capitán” Paz y Fernando Malvicini (anarquista rosarino integrante del grupo Severino Di Giovanni). El momento culminante fue, sin duda, el instante en que debían dar el último toque y hacer la salida en el baño de la prisión. Para ello, la noche anterior habían llegado a apenas 50 centímetros de la salida, y así lo dejaron, apuntalando el piso del baño. Cuando llegó la hora de recreo de los presos, Roscigna y sus compañeros desde adentro del túnel levantaron el piso del baño. En la cárcel los únicos que estaban enterados eran Vicente Moretti, su cuñado y los tres anarquistas catalanes. El primero en ir al baño fue Moretti, quién se encontró no solo con el agujero, sino también con una escalera para bajar. Luego salieron los tres catalanes y detrás de ellos, cinco presos comunes que aprovecharon la bolada. Cuando se dispuso a salir Rom y otro preso, fueron apresados.

Tres eran los coches que esperaban a los prófugos en la calle que daba a los fondos de la carbonería. De allí huyeron sin dejar rastros. Roscigna había cumplido con su palabra: liberar a sus compañeros detenido.

Apenas nueve días de libertad iba a gozar Vicente Moretti. Luego de pasar la noche en la casa del anarquista Germinal Reveira, Moretti y los tres anarquistas catalanes toman distintos caminos. A Moretti lo espera Roscigna en un escondite que considera seguro: una casa de la calle Curupí. En la habitación de delante de esa casa está instalado el comité Partido Colorado Radical Uruguayo. Al estar en el cuarto del fondo, es un lugar ideal del cual pueden salir y entrar porque siempre hay mucha gente y su presencia pasa inadvertida. El 27 de marzo de 1931 anda la perrera por la calle Curupí. El cazador de perros es un ex penado, que ha pasado varios meses en Punta Carretas. Un perro se escapa y se mete en la casa. El perrero José Sosa se mete detrás de él. En el patio se encuentra Vicente Moretti tomando mate y gozando del fresco de la mañana. Ante la imprevista aparición del perrero, Moretti se sorprende primero y después le dice: “Deje tranquilo al pichicho, amigo”. Sosa simula protestar y se va con las manos vacías pero contentísimo: acaba de identificar a Moretti. Él lo conoce muy bien porque estuvo preso en el mismo pabellón. Por eso deja el carro con los perros como está, y corre a la comisaría. Allí, casi sin aliento el perrero habla de su gran descubrimiento: “¡Es Moretti! ¡Yo lo conozco bien!”

Llegan 53 policías a la casa con armas largas y encuentran a Moretti leyendo, ignorante de lo que ocurría. En ese ínterin, sale de su cuarto Roscigna. No está armado y ve que le apuntan. No sabe como reaccionar. Entonces decide entregarse. Sabía que sería entregado a la policía argentina. Con él, caen Andrés Vázques Paredes, Fernando Malvicini y el “Capitán” Paz.

La policía oriental, no sabiendo qué hacer para demostrar su hazaña expuso a los cuatro: Roscigna, el “Capitán” Paz, Malvicini y Moretti y en el patio de la jefatura., sentados en sillas, con las manos esposadas a la espalada. Todo el periodismo rioplatense se dio cita para mirar a los anarquistas. Roscigna responde con deferencia y tranquilidad, con frases cortas. Pero donde se extiende es cuando habla de la policía, con profundo desprecio. Dice que son: “los sirvientes mal pagos de los explotadores y burócratas del poder”. A manera de explicación de su modo de vida dice que “alguna vez se hará justicia a los anarquistas y a sus métodos: nosotros no tenemos a nadie quién nos financie nuestras actividades, como la policía es financiada por el Estado, la Iglesia tiene sus fondos propios, o el comunismo tiene una potencia extranjera detrás. Por eso, para hacer una revolución, tenemos que tomar los medios saliendo a la calle, a dar la cara”.
En el juicio, los anarquistas se acusan ante los uruguayos de ser los autores de la evasión de Punta Carretas y de haber robado tres automóviles para la huida de éstos. La justicia uruguaya los condenará a seis años de prisión.

El 31 de diciembre de 1936 termina la pena que sufren Miguel Roscigna, Andrés Vázques Paredes, Fernando Malvicini, y el el “Capitán” Paz. En Montevideo le aplicarán el edicto de “indeseables” y los expulsarán hacia Buenos Aires. Viajan esposados toda la noche y los entregan al departamento de Orden Social. Allí lo detienen un tiempo, hasta el 25 de mayo de 1937. Cuando los familiares de Roscigna van a inquirir el departamento de policía sobre el paradero del anarquista, un oficial les informa que los anarquistas han sido trasladados a La Plata, de La Plata les informan que están en Avellaneda, en avellaneda que están en Rosario, en Rosario que están en Tandil, y así sucesivamente. Pero todo será inútil. Se comienza una búsqueda interminable, hasta los grupos de Barcelona envían dinero para que se continúe con la búsqueda. Pasados varios meses de la desaparición, un oficial de Orden Social se sincera y dice: “No se rompan más muchachos; a Roscigna, Vázquez Paredes y a Malvicini les aplicaron la Ley Bazán, los fondearon en el Río De La Plata” Nunca fueron encontrados los cadáveres y tal vez nunca se conozca la verdad.

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