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viernes, 31 de julio de 2009

Rafael Barrett


Rafael Barrett, de nombre completo Rafael Angel Jorge Julián Barrett y Álvarez de Toledo, (*Torrelavega, España, 7 de enero de 1876 - †Arcachón, Francia, 17 de diciembre de 1910) fue un escritor español -narrador, ensayista y periodista- que desarrolló la mayor parte de su producción literaria en Paraguay, resultando una figura destacada de la literatura paraguaya durante el siglo XX. Es particularmente conocido por sus cuentos y sus ensayos de hondo contenido filosófico, exponente de un vitalismo que anticipa de cierta forma el existencialismo. Conocidos son también sus alegatos filosófico-políticos a favor del anarquismo.

Barrett nació en Torrelavega en el año 1876, con el nombre de Rafael Ángel Jorge Julián Barrett y Álvarez de Toledo, en el seno de una adinerada familia hispano-inglesa, son sus padres George Barrett Clarke, natural de Coventry (Inglaterra) y María del Carmen Álvarez de Toledo y Toraño, natural de Villafranca del Bierzo, provincia de León. Con veinte años se trasladó a estudiar ingeniería a Madrid, donde trabó amistad con Valle-Inclán, Ramiro de Maeztu y otros miembros de la generación del 98. En Madrid vivió como un señorito calavera, duelista y pendenciero, que se pasaba insistentemente de casino en casino y de mujer en mujer, alternando visitas a importante salones literarios de París y Madrid.
Sus constantes arrebatos le llevaron a enfrentar un altercado en 1902 con un alto miembro de la nobleza, el duque de Arión, a quien agredió en plena sesión de gala del Circo de París. El duque de Arión era presidente del Tribunal de Honor que lo ha inhabilitado para batirse en duelo contra el abogado José María Azopardo, este último lo había calumniado. Todo esto provoca un escándalo, a sus 26 años y en el breve lapso de apenas seis meses.
Dicha situación le llevó, en 1903, con su honra y su peculio seriamente mermados, a viajar primero a Argentina - donde comenzó a escribir para distintos periódicos -, luego a Paraguay, el país en el que se asentó finalmente a los 29 años. En el año 1904 en el mes de octubre llega a Villeta (Paraguay) como corresponsal del diario argentino El Tiempo para informar sobre la revolución liberal, que en aquel país se estaba produciendo, enseguida conecta con los jóvenes intelectuales que en su mayoría se habían sumado a la revolución. En Paraguay formó una familia y es donde, según sus propias palabras, se volvió "bueno". Años después llega a Brasil, producto del exilio forzado, y a Uruguay.

En diciembre Barrett se instala en Asunción donde ha llegado junto con las huestes revolucionarias. Trabaja en la Oficina de Estadística. En 1905 contrae matrimonio con Francisca López Maíz, participa en la creación del grupo y tertulia literaria "La Colmena", y manifiesta los primeros síntomas de la tuberculosis.
En 1906 a raíz de una polémica periodística originada por la presencia de Ricardo Fuente en Buenos Aires, se concierta un duelo entre Barrett y Juan de Urquía (Capitan Verdades). Pero Juan de Urquía elude batirse con Barrett alegando su descalificación en Madrid. Días después Barrett apalea públicamente a un Sr. Pomés al confundirle con Juan de Urquía en un céntrico hotel de Buenos Aires.
En 1907, nace en Areguá su único hijo, Alejandro Rafael. En julio de 1908, da un golpe militar del mayor Albino Jara. Barrett organiza la atención a los heridos por las calles de Asunción. El 3 de octubre del mismo año, Barrett es apresado como consecuencia de las denuncias sobre abusos y torturas que publica en "Germinal" (un periódico anarquista de su autoría) y el día 13 de octubre, gracias a las gestiones del cónsul inglés, Barrett es liberado. Se le destierra a Corumbá en el Matto Grosso brasileño.
En febrero de 1909 la situación política ha mejorado sensiblemente en Paraguay. Aunque el Estado de sitio no será levantado hasta marzo, Barrett recibe garantías y se instala en San Bernardino, cerca de Asunción. Los diarios paraguayos vuelven a abrirle sus páginas. En septiembre embarca en Asunción con destino a Francia. Ha mantenido correspondencia con el doctor Quinton y ha decidido seguir su tratamiento contra la tuberculosis.

Su paso por Argentina, Uruguay, y en particular Paraguay, lo definieron como literato mientras efectuaba en paralelo sus trabajos periodísticos. Arruinado como estaba, en ningún momento dudó en abrazar la causa de los más débiles blandiendo su afilada pluma contra la injusticia social. En cierto modo su descenso a los infiernos de la miseria le permitió liberarse de una vida falsa y entregarse a la más noble y digna tarea de vivir para los otros.
La incidencia de las que por entonces eran miserables condiciones de vida en gran parte de Sudamérica repercutieron fuertemente en sus escritos, que iban volcándose insistentemente hacia el periodismo de denuncia. Su viraje hacia una posición inequívocamente anarquista no sólo le acarreó problemas con las clases pudientes y con el gobierno de Paraguay (donde fue encarcelado en varias ocasiones), muchos intelectuales paraguayos también le dieron la espalda.

La obra de Rafael Barrett es en general poco conocida. Corta y asistemática como su propia vida, se publicó casi íntegramente en periódicos de Paraguay, Uruguay y Argentina. Y sin embargo, su pensamiento ha ejercido en Latinoamérica, y especialmente en el ámbito del Río de la Plata, una notable influencia. Si bien es cierto que se trata de una influencia un tanto subterránea, fue lo suficientemente fuerte como para que Ramiro de Maeztu le considerara "una figura en la historia de América".
Algunas de sus ideas literarias centrales se enmarcan y definen en el estilo regeneracionista. Resulta evidente, en estos breves ejemplos, la coincidencia de Barrett con el tono característico de la oleada "regeneracionista" que inundó el pensamiento español a raíz del "desastre" del 98 y que tuvo sus principales exponentes en Costa, Picavea, Isern, etc., y su punto álgido en la prensa con el famoso artículo "Sin pulso" publicado en "El tiempo", órgano de la oposición conservadora, el 16 de agosto de 1898. Las constantes metáforas médicas, la percepción de España como un país gravemente enfermo, la convicción de que la derrota militar era sólo un síntoma de males mayores y más profundos, la extrañeza ante la falta de reacción de un pueblo que ha sido víctima inútil de una derrota lamentable, el diagnóstico de un progresivo hundimiento del país y la necesidad de su "salvación" (resbaladizo término en política),
"El dolor paraguayo" de Barrett "vemos reflejado el profundo amor que sentía hacia el pueblo paraguayo; ese amor, esa preocupación por la gente del pueblo, es una constante plenamente "noventayochista"
Los escritos de Barrett son de una calidad intrínseca notable. En opinión de José María Fernández Vázquez, si hubiera tenido más tiempo para desarrollar su obra, "estilo literario y vigor ideológico hubieran creado uno de los corpus textuales más interesantes del continente americano" (Fernández Vázquez 100).
En el nuevo continente, y más específicamente en el Paraguay, fue donde se hizo escritor, conoció el verdadero amor y la paternidad, sin embargo, alcanzadas esas cimas, enfermó gravemente. La circunstancia histórica que vivía el Paraguay no era la más propicia para recibir positivamente ni sus ideas radicalmente críticas, ni su pensamiento cuestionador e inquietante.
Con la publicación de la serie de artículos Lo que son los yerbales paraguayos, en los que revela la explotación esclavista de los mensús por las empresas yerbateras, Barrett se enfrenta ya a poderosos intereses económicos y políticos. Se le comienzan a cerrar las páginas de los diarios en los que publicaba y comienza también a sentir el progresivo rechazo de la intelectualidad local, lo que le conduce a un penoso aislamiento, al no encontrar un núcleo suficientemente amplio de población ajena a eso grupos que pudiera suplir el rechazo de sus interlocutores naturales. Como amargamente confiesa, "la costumbre de pensar a todas horas tiene algo de vicio bochornoso ante el común de las gentes, y me ha convertido en un ser inútil, a veces nocivo, odiado, despreciado"
Por sus ideas políticas anarquistas y su denuncia de la injusticia social es apresado y desterrado primero al Mato Grosso brasileño y finalmente a Montevideo. En Uruguay conecta enseguida con las vanguardias intelectuales uruguayas. Pero la tuberculosis le aprisiona y regresa al Paraguay en cuanto los caudillos de turno se lo permiten, y los periódicos locales le abren de nuevo sus puertas.
Aquejado de tuberculosis, viajó a Francia en 1910 para intentar un nuevo tratamiento. Embarca en Asunción y llega a Montenvideo donde es objeto de un jubiloso y cariñoso recibimiento, parte finalmente a Europa. El 17 de diciembre del año 1910 muere a las cuatro de la tarde en el Hotel Regina Forêt en Arcachón, asistido por su tía Susana Barrett. Murió a los 34 años alejado de su familia y de la que él consideró su única patria, Paraguay, y sin haber podido disfrutar de un mínimo reconocimiento en el país del que tuvo que escapar: España.
Durante su vida sólo vio publicado un libro, "Moralidades actuales", que cosechó un gran éxito en Uruguay, cuya intelectualidad siempre conectó con Barrett. La estela luminosa de Rafael Barrett reaparece brevemente en el firmamento madrileño de 1919 cuando la Editorial América de Rufino Blanco Fombona edita algunas de sus obras. La publicación de esos libros hace desempolvar viejos recuerdos de quienes lo conocieron en su juventud madrileña.

Tres de los más grandes escritores del Cono Sur americano han expresado, con encendidos elogios, su profunda admiración por la obra de Barrett y la influencia de él recibida.
En Paraguay, Augusto Roa Bastos ha dicho:
Barrett nos enseñó a escribir a los escritores paraguayos de hoy; nos introdujo vertiginosamente en la luz rasante y al mismo tiempo nebulosa, casi fantasmagórica, de la "realidad que delira" de sus mitos y contramitos históricos, sociales y culturales.
En Argentina, Jorge Luis Borges decía en una carta de 1917 a su amigo Roberto Godel:
Ya que tratamos temas literarios te pregunto si no conoces un gran escritor argentino, Rafael Barrett, espíritu libre y audaz. Con lágrimas en los ojos y de rodillas te ruego que cuando tengas un nacional o dos que gastar, vayas derecho a lo de Mendesky -o a cualquier librería- y le pidas al dependiente que te salga al encuentro un ejemplar de "Mirando la vida" de este autor. Creo que ha sido publicado en Montevideo este libro. Es un libro genial cuya lectura me ha consolado de las ñoñerías de Giusti, Soiza O'Reilly y de mi primo Alvarito Melián Lafinur.
En Uruguay, José Enrique Rodó, que coincidió con Barrett en Montevideo y quedó deslumbrado por sus artículos en la prensa, escribía:
[...] hace tiempo que, apenas tropiezo con persona a quien se pueda pedir ese género de albricias, le pregunto, venga o no venga a cuento -¿Lee usted La Razón? Se ha fijado en unos artículos firmados por R. B.?.
Francisco Pérez-Maricevich dice respecto a Rafael Barrett que su importancia en el proceso cultural del Paraguay acabó siendo singular "y nadie abriga hoy la más mínima duda respecto de su notable precedencia en muchas de las actitudes que definen en el presente la función del intelectual". Pérez-Maricevich expone de resalto que existen tres puntos esenciales que marcan la diferencia entre Barrett y otros maestros de la literatura. Primero, la tenacidad de su postura crítica del presente que le tocó vivir; segundo, su visión estrictamente moral de la condición humana y su exaltación de los valores sociales superiores que conducen a la perfección del hombre; y tercero, la profundidad de sus principios y la solidez teorética de sus conceptos.
El texto de Barrett, además del singular compromiso con su tiempo y su circunstancia, contiene una belleza y un valor estético excepcionales. En Paraguay prima la convención de que desde Barrett parte la concepción del realismo crítico en la visión de la materia narrativa, y sus cuentos breves revelan gran parte de su notable don estético para la construcción del relato. La ironía y la paradoja, recursos esencialmente intelectuales, no son dejados de lado por el autor, que a través de su obra, con destreza, sensibilidad y belleza, dan exuberancia a su obra.

El pensamiento social y político de Rafael Barrett experimenta, a lo largo de los escasos siete años en que se expresa, una clara transformación que va desde un individualismo en el que confluyen rasgos vitalistas de tipo nietzcehano, hasta un anarquismo solidario plenamente asumido.
El punto de inflexión en esa evolución se produce entre finales de 1906 y principios de 1907. A partir de esas fechas, su preocupación por los temas sociales va siendo cada vez mayor y cada vez más radical su posición crítica. Posiblemente fue el tiempo necesario para asimilar la dura realidad americana (el "dolor paraguayo") en cuyo contacto Barrett sale espiritualmente enriquecido. La exuberante y conflictiva vitalidad americana llenó, sin duda y con creces, el hueco que en él pudieron haber dejado los ambientes intelectuales europeos.
Es a partir de 1908 cuando Barrett comienza a autodefinirse como anarquista, al respecto es célebre su panfleto Mi anarquismo.

Me basta el sentido etimológico: "ausencia de gobierno". Hay que destruir el
espíritu de autoridad y el prestigio de las leyes. Eso es todo. Será la obra del libre examen. Los ignorantes se figuran que anarquía es desorden y que sin gobierno la sociedad se convertirá siempre en el caos. No conciben otro orden que el orden exteriormente impuesto por el terror de las armas. El anarquismo, tal como lo entiendo, se reduce al libre examen político. [...] ¿Qué hacer? Educarnos y educar. Todo se resume en el libre examen. ¡Que nuestros niños examinen la ley y la desprecien!

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