Amor a la vida, a la libertad, a la anarquía, que es la suma de ambas, o mejor dicho su éxtasis, su plenitud. La suya fué una historia de amor y de anarquía y, también la historia de cómo un Estado se inventa sus peores enemigos.
La historia de María Soledad Rosas, Edoardo Massaro y los arrestos a anarquistas en Italia empieza, el 17 de septiembre de 1996: 300 carabinieri (la policía italiana) comenzaron un largo raid para encarcelar a casi todos los libertarios del país. Pretendían asociar a los anarquistas y a los okupas con una organización ecoterrorista llamada Lobos Grises y que, según los okupas de Turín, ni siquiera existe.
El caso fue promocionado por los medios como el “suicidio de una líder anarquista”, ignorando así que el anarquismo rechaza los líderes, porque esa es su razón de ser, combatir toda jerarquía, toda autoridad.
En junio de 1996 Soledad Rosas salía de Argentina rumbo a Europa con el bagaje de su titulo de licenciada en Turismo. Llega a Italia, donde conoce a Edoardo Massaro, “Baleno”, se enamoraron y juntos se instalaron como okupas en una casa abandonada.Ahí vivió Soledad hasta el 6 de marzo, cuando dos cuerpos especiales de carabinieri irrumpieron buscando a Edoardo y Silvano Pelliseri, un amigo. Los arrestaron acusándolos de atentar contra un tren.Soledad ni siquiera estaba en Italia en el momento del atentado y no parece haber pruebas concluyentes de que Silvano y Edoardo pertenecieran a un grupo armado. Según los okupas, se trataba de buscar un chivo expiatorio después de dos años de investigaciones infructuosas.
La noche del 29 de marzo, Baleno se suicidó en la cárcel. Después del suicidio de Baleno, a Soledad se le concedió el arresto domiciliario en la comunidad terapéutica Bajo Los Puentes de Piamonte. La noche entre el 10 y el 11 de julio Soledad se suicidó, ahorcándose con una sábana.
Cuando las cenizas de María Soledad salieron de Italia, miles de manifestantes se acercaron al aeropuerto y allí hicieron 42 minutos de silencio. Sus restos fueron considerados por el Estado italiano como de “alto riesgo”.
¿Qué sucedió en realidad? El espíritu contestatario no convoca a la técnica judicial para establecer las pruebas y los detalles. Sabe que el aparato del Estado, los dueños de las cosas y de las personas, y las leyes al servicio de todos ellos son inapelables de cualquier manera. Y la protesta se dirigía precisamente contra todos ellos, de modo que, producidas las consecuencias, sólo cabe recordar la fuente del mal, y no pedir justicia a quien la contradice en su esencia. La protesta se dirigía contra la imposibilidad de hablar en una sociedad que no hace otra cosa que hablar sin decir nada. Se dirigía contra las imposiciones de la técnica, frente a las cuales se presume imposible otra cosa que aguardar suplicantes como esclavos cada nuevo obsequio.
LA CARTA: Apenas conoció la noticia de la muerte de su compañero Eduardo, Soledad escribió esta:
Compañeros y compañeras: La rabia me domina en este momento. Siempre he pensado que cada uno es responsable por sus actos, pero esta vez hay culpables y los quiero mencionar en voz alta, son aquellos que mataron a Edo: el Estado, los jueces, los abogados, la prensa, la policía, las leyes, las reglas y toda la sociedad de esclavos que acepta este sistema.
Siempre luchamos contra esta dominación y es por ello que hemos terminado en la cárcel. La cárcel es un lugar de tortura física y psíquica, aquí no se dispone de absolutamente nada, qué comer, ni con quién hablar, ni con quién encontrarse, ni a qué hora ver el sol. Para todo hace falta hacer una “solicitud”, hasta para leer un libro. Ruido de llaves y cerraduras que se abren y se cierran, voces que no dicen nada, voces cuyo eco se escuchan en los pasillos fríos, zapatos de goma que no hacen ruido y una linterna que en los momentos menos pensados está ahí para controlar tu sueño, correo controlado, la palabra prohibida.
Así es como te matan día a día, despacio pero seguro para hacerte sentir más dolor. Por eso Edo ha decidido terminar abruptamente con este dolor infernal. Al menos él se permitió tener un último gesto de mínima libertad, de decidir él mismo cuándo terminar con esta tortura.
Entre tanto, me castigan a mí y me ponen en incomunicación. Ellos tienen miedo de que yo me suicide. El mío es un aislamiento cautelar, lo hacen para “salvaguardarme”, y así no tener que asumir la responsabilidad si yo decidiera también ponerle fin a esta tortura.Después de lo que pasó, los políticos del partido verde que vinieron para darme su pésame y para tranquilizarme no se les ocurrió nada mejor que decirme que “ahora seguramente todo se va a resolver más rápido, ahora todos van a seguir con más atención el proceso y pronto te darán arresto domiciliario”.Después de este discurso me quedé sin palabras, estaba sorprendida, pero pude preguntarles si se necesita de la muerte de una persona para conmover a un pedazo de mierda, en este caso el juez.
Voy a buscar la fuerza de alguna parte, no sé de dónde, sinceramente ya no tengo ganas pero tengo que seguir, lo hago por mi dignidad y en nombre de Edo. Protesto, protesto con mucha rabia y mucho dolor.Sole
P.D.: Si el hecho de encarcelar a una persona es un castigo, entonces a mi ya me castigaron con el asesinato de Edo. Hoy empecé la huelga de hambre. Quiero mi libertad y la destrucción de toda esta institución carcelaria. La condena la voy a pagar todos los días de mi vida.